18 diciembre, 2012

La pregunta

Para todos los que abran la puerta en estos días, me quedo con estas palabras... Quizás alguien esperaría todo un pergamino filosófico, pero no, la vida se describe así...con el ritmo de lo sencillo.
 
La pregunta. Amado Nervo

En los días de mayores agitaciones dolorosas, en que hayas sufrido más choques de tus semejantes, más rozamientos penosos, en que hayas tratado más negocios difíciles y ásperos, en que hayas, en suma, sufrido más contrariedad y disgustos; en que a pesar de tu esfuerzo y de tu voluntad de dominio sobre ti mismo, hayas sentido en tu interior el aguijón de la impaciencia, aun cuando nada dejases ver en tu rostro; en esos días en que toda la cosecha de espinas de la jornada parece haber sido para ti solo, pregúntate simplemente, en el silencio del atardecer y después de inventariar tus olores: ¿He hecho, por desgracia, mal a alguien?
Y si por ventura no lo has hecho, si la sola víctima has sido tú, si los únicos desgarramientos producidos por las malezas han sido los de tu carne, regocíjate cuanto puedas; pon en tu casa la más luminosa de tus sonrisas, y vete a dormir con el corazón sereno y reposado.

Pero, si no solamente no has hecho ningún mal, sino que en medio de la tormenta han acertado a hacer algún bien, que tu regocijo no tenga límites y tu alma esté más luminosa que el crepúsculo.

Escultura de Charlotte Yazbek

15 diciembre, 2012

Para Rafael H. Lizarazo

De Luisa Pérez de Zambrana, nuestra elegíaca, una mujer que supo agachar la cabeza ante el dolor y soportar con un estoicismo imposible de emular. Poetisa cubana nacida en 1837, por ella visité y conocí El Cobre, palpé revistas y periódicos imposibles, en la Biblioteca Nacional y el Fondo de Cultura Económica.  Toqué las ruinas de su casa y vibré con su presencia espiritual;  por ella maduré y todavía aprendo.
Para Rafael H. Lizarazo, porque los poetas van tejiendo juntos las risas y los llantos. Con admiración:
A MI AMIGO A. L.

Al querer retratarme en un pedestal
coronada de laurel.

Mi noble amigo:
el delicado y generoso obsequio
conmovida agradezco; mas no quieras
verme subir al pedestal que me alzas,
con la vista inclinada y con la frente
por ti ceñida de laurel glorioso,
teñida de rubor... no, amigo mío;
pinta un árbol más bien, hojoso y fresco
en vez de pedestal, y a mí a su sombra
sentada con un libro entre las manos,
y la frente inclinada suavemente
sobre sus ricas páginas, leyendo
con profunda atención; no me circundes
de palomas, de laureles ni de rosas,
sino de fresca y silenciosa grama;
y en lugar de la espléndida corona
pon simplemente en mis cabellos lisos
una flor nada más, que más convienen
a mi cabeza candorosa y pobre
las flores que los lauros...
No me pintes más blanca ni más bella;
píntame como soy, trigueña, joven,
modesta y sin beldad; vísteme sólo
de muselina blanca, que es el traje
que a la tranquila sencillez de mi alma
y a la escasez de la fortuna mía
armoniza más bien...

Píntame en torno
un horizonte azul, un lago terso
y un sol poniente, cuyos rayos tibios
acaricien mi frente sosegada.
Píntame así, que el tiempo poderoso
pasará velozmente, como un día,
y después que esté muerta y olvidada,
a la sombra del árbol silencioso
con la frente inclinada
me hallarás estudiando todavía.

14 diciembre, 2012

Para Esteban

Para Esteban, y su familia, que no hay buen poeta sin ramas y raíces.
DE Onelio Jorge Cardoso, nuestro cuentero mayor, "de pluma fina para contar cosas"
...y si ahora uno se queda con uno mismo ya no importa tanto la voz, sino los recuerdos que la sustituyen y que en el fondo, no siéndolo, son ella misma(...)
¿Y si fueran los buenos recuerdos que tienen que ver con el río en el verano, el agua fresca, los mangos, los aguacates lustrosos donde da la luz y brilla mojada, o aquella otra vez del mar cuando el padre- después de halar y halar- vino a ponerle delante el primer pescado grande y vivo, soltando chispas de agua de oro, coleteando enloquecido?

12 diciembre, 2012

Para Charlene

Porque sé que te encanta Eliseo Alberto, porque las palabras de un poeta en prosa llevan halos consigo. Porque se acaba otro año en el que crecemos y empieza uno nuevo para ver a los pámpanos crecer.
De Conciencia y corazón:
"No se puede tener conciencia y corazón" canta Bola de Nieve en un viejo acetato. La lejanía tiene sus desventajas, entre ellas la nostalgia, pero también un par de puntos a favor: la claridad de la angustia y el calibre de una buena esperanza.
Del libro Una noche dentro de la noche, de Eliseo Alberto Diego, ediciones cal y arena.
Blog de Charlene

10 diciembre, 2012

Para Lao

Hay sitios que me gusta visitar porque sus dueños conservan impresos en la memoria halos, cruces de caminos, rieles y pasos. Para Lao, con sincera admiración.
http://lao-narracionesordinarias.blogspot.mx/

¿Qué acontecimientos de su vida conserva más frescos en la memoria?
Alejo Carpentier: Cuando se está en días de cumplir setenta años y se tiene memoria de elefante- como suele decirse-, es difícil ponerse a bucear en el repertorio de los recuerdos, en busca de acontecimientos más o menos significativos...A menudo un recuerdo nimio- simple reminiscencia de un hermoso día, de un encuentro fortuito, de una conversación interesante. se agiganta en el recuerdo...Toda experiencia humana es igualmente útil para quien sabe sacar de ella alguna enseñanza, alguna impresión, alguna imagen...
Bohemia. La Habana, 27 de diciembre de 1974

06 diciembre, 2012

En el cielo con diamantes


El hombre es un ser que ha de dar testimonio de lo que es. Heidegger
En el cielo con diamantes es la última novela de Senel Paz, como dice con luces de neón en la portada, el autor de: Fresa y Chocolate.
A pesar de que la novela se desarrolla en años siguientes al triunfo revolucionario, Senel Paz cuenta las vivencias del culebrón de generaciones que vivimos a partir de esos días una época de inocencia. La realidad de la beca, aquellos internados obligatorios donde trabajábamos en la tierra y estudiábamos después con su enmarañado funcional, las familias esperanzadas, los obcecados y los renegados. Los santos escondidos, como enterrado debía estar cualquier indicio de religión y el sexo como una constante, liberado y liberador, lavando personas y culpas.
Uno huye de ideas vestidas de recuerdos. Uno trata de dejar atrás el ente para volcarse a la esculpida del ser, pero no se escapa del fango en el calcañal y la trepadora hierba que parece esconderse detrás de los muslos. Por las páginas se deslizan las bandejas metálicas, grasosas; el chícharo con gusanos; los mismos juicios. El mismo actuar. Si eras diferente, si preferías un libro, si no apostabas tu virginidad, eras burgués, como David, el personaje principal:
" Las hermanas me dijeron que dejara a un lado mi pasividad, tanto si era por melancolía como por mal de ojo y que abandonara también la costumbre de citar a Dios cada dos por tres, como si fuera un monaguillo, y que dijera malas palabras (…) y que cuando estuviera con mis compañeros me rascara los huevos…”
 
Alguien ajeno a esa etapa de nuestras vidas puede escandalizarse, pero quienes fuimos cómplices de aquella promiscua manera de crecer nos habla, de frente,  un escritor que ha regresado por el camino de la verdad.
Junto a las canciones de los Beatles,  que se escuchaba por lo bajito; fragmentos en homenaje a Cervantes, José Martí, Lezama, Carpentier, Cabrera Infante, López Sacha, Abilio Estévez y una mezcolanza como en Cuba debe ser, desanda los caminos para mostrarnos las raíces de varias generaciones que hoy andan como venas diseminadas por aquí y por allá.
He reído al leerla y ha sido como nacer con alguna conversación pendiente, la vuelta al personaje del cine, de la calle y sus azares; los Chaplin en conquista de la guajirita, la familia afincada o no,  han vuelto con el sonido de esas bisagras que uno dejó, decrépitas, chirriantes.
Loas a Senel Paz digan lo que quieran los envidiosos, pero este es un libro de historia. Las historias de vida cruzan el mundo  figurando la verdad y En el cielo con diamantes es un libro testimonial, una novela sin tiempo o quizás mucho tiempo embonando razones que nos hicieron como hoy. Es un libro con espíritu, con memoria.
"Los introvertidos, algo esconden; los especiales, son engreídos; y los diferentes, afrancesados o maricones".
En definitiva, miras atrás y la gorda Ofelia levanta la mano, te jode en el escalafón, delata. Tu madre quedó eterna, en el medio de la calle diciendo adiós y David y Arnaldo ya envejecieron uno vive aquí; otro, acullá.
 
"Estoy en el paisaje de la ventana, soy un hombre con los brazos en cruz y en medio del verde, y si ahora mismo estuviera en el cuarto y mirara hacia acá, me vería".
Cuando lees, la novela te guiña una multitud de ojos. Imposible olvidarse de los halos, las estelas. La curva del olvido para un cubano, no es tal:
 
"Con gusto entregaría cuatro o cinco años de mi vida con tal de borrarlo todo de mi memoria. A ti seguramente te pasa lo mismo. Algo vergonzoso y mezquino, algo de lo que prefieres pasar porque te daña, habrá en tu historia, un hecho que, si acude a tu mente, te parece que te han puesto a masticar vidrios".
 
Todas las citas pertenecen al libro En el cielo con diamantes, de Senel Paz, Ediciones B, S.A. Barcelona, 2007
 

28 noviembre, 2012

Mis padres tienen un restaurante...


Los imbéciles no sufren. ¿A usted no le gustaría ser imbécil?
Fernando Fernán Gómez

 Héctor era maestro de música en un conservatorio de provincia. Con carro y con casa, tenía la vida casi resuelta, pero su esposa consiguió un contrato en México y arrastró con él.  Al cabo de dos meses sin trabajar, los gastos crecieron con la renta, los traslados y el dinero que necesitaban enviar a sus dos hijas en Cuba, fue cada vez más. "Dicen las niñas que aquello está malísimo". Y abandonó el sueño de integrarse, aquí,  a alguna escuelita o  grupo musical.  Cada madrugada, ayuda a levantar el andamiaje de un puesto en el tianguis. Vende ropa de paca,  con un colombiano  y han mejorado sus ingresos. “Extraño las clases de percusión”,  suspira de vez en cuando. Es un puesto ajeno a la legalidad, como tantos, pero la economía familiar está mejor.
 Las hijas en Cuba, graduadas de la universidad, no trabajan. Ahora gozan de la casa que les dejaron los padres, por un tiempo. Cambian de novios, visten bien y comen poco, para estar en la línea. La casa siempre está llena de gente porque No hay más pantalla Plasma Panasonic TC- P50ST50X que la nuestra por estos lados. Mis padres tienen un restaurante en México, aseguran y muestran la foto del día que mami y papi cumplieron un aniversario y se fueron al Vips.
 Héctor y su esposa le pagan 400 pesos mexicanos al Ministerio de Cultura y tienen derecho a regresar, cada año, para los trámites de la prórroga y los permisos.
Ahora no están seguros si eso cambiará. ¿Y cuándo traes a tus hijas?, le pregunto. Sentado en una banca plástica, fuma tranquilo y mira a la perpetuidad: No quieren, me contesta,  están mejor allá.
Está preocupado:  A México ya no podrán entrar más semillas, ni plantas, ni frutas, por la aduana. Me mira ajeno a una desafiante realidad. Las ropas se levantan de la estera y danzan al compás de un lejano okónkolo.  Tengo que darle de comer a los santos, ¿me entiendes? Tengo que traerme un ñame... la suerte se me puede virar.

22 noviembre, 2012

Miau

... después de diez años
Días que marcan el ritmo. Palabras con silenciador y una mano hirviendo sobre tu máscara se levanta  haciendo girar la mañana. Se arrastra como gato sobre las baldosas de mi entrada. Soy una mujer que baila con tus pantalones o soy un  túnel colgando de tus labios. El día es un acorde. Al mediodía recorro los pasillos y lanzo un abanico de fotos por las ventanas. En la tarde un coro de vecinos clava pupilas en el tronco de nuestro árbol ciego y yo maullo entre dientes, porque me dices que soy un camino, nada de túnel sin destino. Soy un camino y tienes los pies con ganas.

18 noviembre, 2012

La ladrona de libros


"Gente como ésta existió de verdad", asegura Zusak, a quien han acompañado "desde niño" las "increíbles" historias de sus padres, que vivieron su infancia en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial y que han inspirado en parte los personajes del libro. Agencia EFE
La muerte le habla al lector, le mira a los ojos y sin miramientos le dice: Cuando llegue el momento te encontraré tumbado (pocas veces encuentro a la gente de pie) y tendrás el cuerpo rígido. Esto tal vez te sorprenda: un grito dejará su rastro en el aire. Después, solo oiré mi propia respiración, y el olor, y mis pasos.
En La ladrona de libros, novela del australiano Markus Zusak, la muerte habla de frente y uno llega a encariñarse con quien se dice no es violenta, ni perversa, ni fanfarrona. Y una muerte que no se presume de serlo, nos lleva de la mano por la historia de Liesel Meminger,  porque esta niña vive  la orfandad y el pedazo de vida de pocos alemanes que no seguían como corderos a Hitler. Y la vemos crecer.  Camilo José Cela apuntaba: “sin memoria, la historia sería como un pájaro ciego volando dentro de una habitación”.
El tema parece inalcanzable, es vasto el territorio del dolor, pero Liesel se salva, se levanta a través de las palabras. Roba libros para sobrevivir, va descubriendo el universo de las oraciones: “He odiado las palabras y las he amado y espero haber estado a su altura”.
Desde El diario de Ana Frank no leía algo tan conmovedor, pero a diferencia de un libro testimonial, en La ladrona de libros prevalece el guiño, el humor, la vida y la muerte como un todo entrelazado en lo cotidiano. El autor da pequeños adelantos en cada capítulo, nos incita a querer leer cada travesura  en la vida de Liesel, vida que se cruza con la muerte casi a diario. Muerte que no queda callada y se acepta: “A veces me mata ver cómo muere la gente”.
ES La ladrona de libros un entrenamiento. Hay que hacer fisiculturismo con la sensibilidad, con la memoria. En el pulso de tu brazo coloca este libro. Sopesa imágenes como esta: Incluso las arrugas de los ojos tenían las manos entrelazadas.  Y sé cómplice de la lectura en el sótano, para acallar los miedos durante los bombardeos. Observa al judío mientras escribe e ilustra El árbol de las palabras. Pero sobre todo, si no lo quieres leer regala un trozo de vida a otros, porque este libro es un suspiro alentador, nunca la muerte se vistió tan hermosa de palabras:
Lo cierto es que durante los años que duró la hegemonía de Hitler, nadie logró servir al Führer con mayor lealtad que yo. El corazón de los humanos no es como el mío. El de los humanos es una línea, mientras que el mío es un círculo y poseo la infinita habilidad de estar en el lugar apropiado en el momento oportuno. La consecuencia es que siempre encuentro humanos en su mejor y en su peor momento. Veo su fealdad y su belleza y me pregunto cómo ambas pueden ser lo mismo. Sin embargo, tienen algo que les envidio: al menos los humanos tienen el buen juicio de morir.
 

15 noviembre, 2012

No leer, no


La maestra les entregó el libro y la hoja de lectura. "Tienen que leer durante diez minutos. No olviden la firma de un adulto". La niña respiró el desagrado colectivo, los bufidos entre los pupitres allá, al final del salón. Cuando llegó a su casa, levantó al libro sobre las tareas.  Iba atascado de palabras, con ilustraciones mustias colgando aquí y allá. Murmuró:
- Quizás, si la maestra nos hubiera ofrecido a cambio dieces o un Wii; pero leer cada semana, obligados, por ¡tres estrellas!
Escribió cualquier cosa y su madre, sin tropezarse en los detalles, le firmó.

12 noviembre, 2012

De madres


La madre terminó de leer, a regañadientes. ¡Otro! ¡Otro cuento más! Suplicaban los niños huyendo del sueño. La orden de a dormir arañó las sábanas y el tono alborotó a las pesadillas. Bajan las pestañas, se cubren los niños hasta las orejas. Quedan... ¡Calladitos! Cuando se apaga la luz, el cansancio de mamá le arranca la máscara y ellos no quieren ver, en la sombra, el perfil de la bruja.
Imagen extraida de internet.

06 noviembre, 2012

Ella


Tenía un pedazo de jardín en la ventana. Podía escribir si avistaba una flor, pero en otoño cuando el reguero de hojas tapizaba aquel espacio otrora verde,  ella se secaba también. Quedaba sin palabras, a la espera,  con la piel arrugadita tendida en el alféizar.

04 noviembre, 2012

Simuladores


De niño ya simulabas ser otro.
Tú no podías ser tú. Poema Reversibilidad de Virgilio Piñera
Me repugna leer “susurraban palabras en su oído” tanto como me hastía leer condiciones exageradas, manipulaciones burdas con apoyo del lenguaje. Golpes descritos, empujones del “alma” gente que lagrimea a la espera de la conmiseración internacional. Asqueroso es creerse poeta y apesta más quien gana dinero de maquillar las condiciones de un país.  Me tomo un “breve descanso muy cansado” mar por medio de ambas orillas. Recuerdo aquel tipo que se fue con nuestro dinero, aquel nombre a la cabeza de RAC (Representaciones Artísticas del Caribe A:C) y por quien me quedé dos años en México, declarada disidente. Recuerdo al personaje que dijo limpiaría con su lengua el busto de José Martí en el Consulado, si era necesario y usó la lengua sí, pero para los mismos fines que otros escriben desde lejos.  Conozco médicos excepcionales (como el cardiólogo de mi papá) que vienen, trabajan por convenios, regresan allá.  Con las limitaciones inimaginables, con poco dinero, con mucha bicicleta por pedalear. Cada quien busca su pedestal. Recordaba el otro día, un suegro que tuve en Cuba, fue secretario del MININT, un hombre de pocas palabras, recio, oriental. Cuidaba en las noches un laboratorio farmacéutico, sólo lo vi emocionado cuando se hablaba de la Revolución. Ninguno de sus hijos compartía su ideología, pero los tres trabajan en Cuba hoy. Embisten las huellas propias y el destino. Enfermó este hombre y le practicaron una colostomía, me quedé con él en el hospital. Aquella bolsa de heces se empezó a desbordar y no teníamos agua en las pilas, ni una gota, ni papel. Con las manos atascadas y un poquito del líquido que guardábamos para beber, me lavé las manos y lo abracé muda, en un intento por resarcir su dignidad. Esto fue en el año 1998 y no lo puedo olvidar. Hay mucha lacra que puede ahora volver a Cuba, poner su negocio, comprarse todo para presumir allá. Yo dudo del ánimo cambiante, del credo colgando de la chiringa. Respeto los bamboleos de la quilla, pero desconfío del mascarón de proa. Para mí valen más los que trabajan; los que no manipulan, aquellos dentro o fuera que saben dónde está su lugar.
 

 

02 noviembre, 2012

Justicia


No sé qué es una familia, dijo. En uno de los cuatro muros,  aprovechó las grietas para construirse una mujer. La suegra resultó fácil dibujarla entre las manchas del moho. Suegro no habría, ni cuñadas. A la hora de inventarse los hijos vino la agonía, por lo estéril de los ladrillos, por lo frío del suelo, por la soledad.  Al llegar la primavera y justo una semana antes de cumplirse su condena, el preso vio levantarse en el alféizar una ramita endeble: Hija, aquí estoy yo.

30 octubre, 2012

¿Ella?


La niña mimada coleccionaba peluches, muñecas de moda, lapiceros de marca, abrigos rosa, disfraces de fantasía, camellos alados, botas de lluvia y paraguas mojados. También coleccionaba caprichos imposibles cuando su papi le mostraba, por el skype cada nueva “mamá”.
 

25 octubre, 2012

Después de Lucía


Ya ves, anoche me dejó sola y ya sabe que siempre me porto mal (María Eugenia Llamas "La Tucita" en Los tres huastecos).
Después de Lucía es una película mexicana que recibe el premio a Mejor Película en Cannes en la sección Una Cierta Mirada y acaba de ser premiada en el Festival Internacional de cine de Chicago. Probablemente, un tema como el bulling concierte atenciones en Francia, en México es una realidad con la que muchos niños y jóvenes se enfrentan. Silencio de todos, autoridades estudiantiles, alumnos y ojos al cielo de la familia, porque bendice a los hijos con la señal de la cruz, pero no comulgan en tiempo juntos.
El tema en México es cotidiano, basta ver en youtube la enorme cantidad de alumnas y alumnos enredados en broncas físicas y asedios psicológicos.  El director Michel Franco filmó antes un tema también escabroso, el secuestro, pero cuelga como milagritos, otros escándalos que atraen al espectador por morbo, ¿qué tal dos hermanos obligados a tener relaciones sexuales? Esto pasó en Daniel y Ana, pero ahora Después de… otra vez, no hay ritmo,  fotografía, luces o audio para crear momentos gratificantes.
Entonces, estamos ante una película que me recuerda  programas donde las miserias se exhiben en el tendedero, Cosas de la Vida. Con el afán de atraer la ladina atención del voyerista esta es una historia basada en las pérdidas: la madre, la comunicación, la moral aunque esta palabra parece quemar a quien la lee con ese hálito del fuego que consume fotografías antiguas. Y declara el director que es una muestra de la violencia en diferentes entornos: en la casa, en el entorno laboral, milagritos que sólo él visualiza.
La violencia en la escuela esa sí está bien explícita en la película que se enrosca en imágenes del padre manejando, más de ocho veces detrás del volante, en silencio,  para dar paso a otra escena. Rostro impávido de la protagonista nadando, para que infieras que la supuesta pérdida en el mar, será sólo un ardid libertario. Barrigón del padre una y otra vez, sobre la cama (recuérdense las escenas de cuerpos abatidos sobre una cama en Daniel y Ana) para mostrarnos que su luto duele y no hay manera más reiterativa de contarlo, por favor. Tuvimos deseos de levantarnos e irnos, pero quería ver la violencia en el trabajo y nunca estuvo, salvo que se refiera a un hombre que renuncia a trabajar. Quería ver la violencia en el seno familiar, pero no debe referirse a esa escena en que el padre saca una a una y lentamente cinco ca-zue-las. Coloca tapas, al ritmo que lo harías en la vida real y se echa a llorar. El ritmo, el ritmo en el cine mexicano… me recordaba por momentos aquella película Hombre mirando al sudeste, pero allá había un contenido filosófico indiscutible y un encanto del personaje que te devolvía a la esencia del ser. Aquí hay una jovencita linda, abierta y en luto, frágil por lo mismo, que es capaz de fumar mariguana, acostarse a la primera y que  sin voluntad se deja maltratar. Algo incongruente.
La escena climática de la película, escena larguísima donde ves al padre enfilando una lancha y su cara impávida y su mano sobre el timón y la espuma y rostro, mano, espuma, chico, logró algunas carcajadas en el cine. Será interesante filmar las reacciones de los jóvenes que vayan a verla. Quizás se multipliquen las que aprecié. Por momentos, adormilados, aburridos. En las escenas de sexo o de cierta exhibición de piel despertaban. Durante los cuatro eventos de violencia, despertaban también... Cosas de la vida o quizás la excusa de un sello personal del director: "un realismo inquebrantable" ¿Dónde está lo verdaderamente artístico si el producto es un retrato lerdo de la realidad?
Lo único loable del filme son las actuaciones de los chicos, a toda costa, naturales. Aunque el audio deficiente y la dicción pésima impidieran comprender muchos parlamentos ¿Qué?  Si en Cannes siguen gustando de las Lolitas, esta película supo mostrarla bien. Es posible que sea el único caso de bulling hacia una chica lindísima y popular, sólo por esta originalidad asistan al cine. Vayan a verla,  la única recomendación es que tengan calma, a los diez minutos de película hay señales de humo, pero es mucho después que se dan noticias del incendio. 
http://loftcine.tumblr.com/post/33670306241/despues-de-lucia-gratis-porque-todos-deben

23 octubre, 2012

Para nada

Pedro soñó con visitar España, gracias a la Ley de Memoria Histórica, pero un berrinche le hizo perder el turno en la Embajada y la computadora después lo bateó. Girando como un pésimo foul se subió a la nube de las desidias y sin plan ni ambición, se sentó en un portal a vender empanadas. Sin familiares en el exterior, sin dinero para viajar y sin posibilidades de generar "doblones" con su trabajo nocturno de sereno, Pedro, vio la película Juan de los Muertos y pensó en ese trabajito para entretener al odio. Cortaría cabezas, lenguas y a más de uno le haría el favor gratis, seguro que sí. La gente creyó que era bonche, pero este sería el empleo mejor pagado en un próximo futuro. Y motivado comenzó a hacer abdominales.
Pero, hace unos días, leyó en el Granma la noticia:   "solo se exigirá la presentación del pasaporte corriente actualizado y la visa del país de destino" y sueña. Le preguntas: ¿Cómo anda la cosa? Y te contesta: Tranquilo, en el bullpen...
 
Sin familiares en el exterior, sin dinero para viajar y sin posibilidades de generar..... Pedro está seguro ahora de poder comprar su nuevo sueño, una ambición tejida en años de impaciencia: Tendré un pasaporte, repite y repite...yo soy un sobreviviente...

19 octubre, 2012

Sola


·         Con familia tan ocupada, la niña aprendió a jugar con su sombra. De noche la enrolla y la esconde debajo de la almohada mientras susurra palabras de aliviada compañía. No lo sabe, pero su destino escribe la versión femenina de Peter Pan.

17 octubre, 2012

Declárate, yo me declaro


08 octubre, 2012

La posibilidad de una isla

Odiseo vuelve y espera. Espera y reconquista porque para volver sobre las huellas propias no es suficiente la memoria.  Necesita recobrar-se. Michel Houellebecq en su novela La posibilidad de una isla describe esos retornos,  pero encaminados hacia las miserias del ego.
“Esto se construye fuera de este libro; quiero que se construya así, en silencio”.
No es un libro de voces acalladas, sin embargo me recuerdan una frase que leí hace muy poco: (…) he descubierto que los destinos apestosos, resultan, además, uniformemente apestosos”. La confluencia de varias voces artificiosas, estridentes algunas; en titubeo, otras, conforman una novela sobre varios que intentan ser Odiseos. Daniel,  “una especie de Zaratrusta de las clases medias”,  asienta una carrera como  cómico “amargo” y libertino. Se divorcia y es incapaz de recordar el rostro de su ex, ni perdona al hijo común, un suicida, a quien llama idiota. Daniel goza del sexo y se reconquista en el vacío de cada mujer, pero cuando el deseo lo entrampa y sus casi cincuenta lo avasallan, entonces: “pedí unas salchichas asquerosas bañadas en una salsa grasa, que acompañé con varias cervezas; sentía que mi estomago se hinchaba, que se llenaba de mierda, y se me pasó por la cabeza la idea de acelerar el proceso de destrucción, de convertirme en un viejo repugnante y obeso”. Y no es su único trayecto.
Los críticos escriben sobre esta novela sin cuerda. Con sus perros al pie del escritorio, se miran en ella y tienen miedo. Houellebecq no mueve la col, no se rinde. Sabe escribir hacia quién van dirigidas las verdaderas caricias de Daniel. Pinta soledades. Las reseñas intentan ser únicas como Fox…
 
Incluso Houellebecq los confunde, en los raros oasis de la ciencia ficción, esboza clonaciones y esperanzas; algunos respingan enojados quieren más del ácido, más pesadilla, más de la apestosa realidad.  Nuestra vida se refleja en el silencio de islas míseras, interiores,  predestinadas como Isabelle, la primera amante, en pérdida natural de su encanto exterior: “La vida empieza a los cincuenta años, es cierto, con la salvedad de que termina a los cuarenta”.  Y la inmisericorde Esther de 23 años que va por el mundo sin bragas, porque la vida ha de cogerse con ligereza, entre las piernas. Ella es bellísima y habla poco, lo enrosca hasta pedir piedad. Los críticos han visto mueca donde carcajada.
Bien asegura Daniel: “Como el revolucionario, el humorista asume la brutalidad del mundo y le responde con mayor brutalidad”.
La propia apatía,  el ojo torvo sobre el hombro, la política, la manipuladora publicidad, temas que rectan entre los personajes y la creación de una secta es otra ilusión. Secta no de la luz, aquí la iluminación viene por el deseo, las orgías, la posesión del cuerpo del otro como viniendo por ti, por el camino de la sanación, la inmortalidad te espera en el gozo perpetuado. Daniel mantiene el ego en su isla.
No volveré a leer ninguna novela de este autor.  Dada la imposibilidad de una isla; apenas contamos con un islote como un infierno consentido. Pueden regresar mil Daniel sobre las huellas del primero. Es imposible reconquistar como Odiseo, nadie puede ser él si regresa a la Nada. Nosotros ausentes de empatía o sensibilidad respiramos como Daniel 25, con la ausencia del mar. “La felicidad no era un horizonte posible”.
Me niego a volver sobre Houellebecq. Los escritores como él, describen el acíbar, ríen solos y contagian. Prefiero confiar en la posibilidad de otra isla, la metáfora de la Gran Desecación que afecta Lanzarote no es tal;  deseo colgarme de Vincent como un pendiente, personaje con vida y propósito:
"no puedo asumir la brutalidad del mundo, sencillamente no lo consigo”
 
 

30 septiembre, 2012

Ida

 
Tenía un pedazo de jardín en la ventana. En primavera escribía, sin descanso, cuando avistaba una flor. Pero en otoño, cuando el reguero de hojas  tapizaba aquel espacio otrora verde,  ella,  se secaba también. Quedaba sin palabras, a la espera,  con la piel arrugadita colgando de la persiana.

25 junio, 2012

¿Qué tal sigue la luna?

Rehúyen los vivos tocar la muerte con palabras.  Otros temas se enroscan en el cerebro y los exhiben como guirnaldas o coronas de espinas. Los sesudos vivos escriben y hablan de política y del sexenio. Hacen la agenda. Se bañan diario o cuando el agua deja. Silban al amanecer como si en el aliento apretado se divulgara a trechos, la propia vida. En bitácoras cotidianas cuelgan con alfileres,  las rascadas de barriga o el escozor en la oreja. Los que persiguen el morbo vomitan una foto en carne viva y se dicen: libérrimos.  Si a alguien lo asesinan,  aunque se enteren de manera virtual, pasan por el lado, en mayoría, como muerticos tiernos, flotando en el río de la sordina colectiva.
Lecturas sugeridas:El bosque escrito de Félix Ernesto Chávez.
El cantante de muertos. Antonio Ramos Revillas. Almadía

19 junio, 2012

Félix Hangelini

Han de seguir viviendo los que mueren: pues ¿qué es el hombre, sino vaso quebrable del que se desbordan, fragantes y humeantes, esencias muy ricas?   José Martí
                                                       Carta de Nueva York. La Opinión Nacional, Caracas.(m.? d.?) de 1882
Lo mataron en México, a puñaladas.  Rompieron una vida de estudios. Silenciaron a un cubano bueno y a una familia cálida. Escupieron, en el vacío, las hipótesis que formulaba.
Por la espalda, porque un asesino no tiene coraje para mirar de frente a la sensibilidad. Aquí se abre la puerta de una casa, se entrega la confianza y puede flotar airoso el brillo de un puñal. Mataron al muchachito de la Lenin, el de los libros. El hombre de lecturas. El de evocaciones familiares, el que se leía de niño y se interpretaba como cada uno de nosotros, con el espejo interior. Por el medio: el  mar. Se acallará su blog y  ¿de dónde agrupamos fuerzas para su madre?
El como sabio, porque no se acercaba al muladar. Créannos este dolor sempiterno.  Era distinto, muy distinto. Y lo será:
Todo es como un comienzo, como una pregunta nunca hecha, http://elbosqueescrito.wordpress.com/

Toda ausencia es atroz...

15 junio, 2012

Cine Salón Rosa

Escuchaba decir a mi madre: "Se cree la reina de Chantecler". Hacía referencia a un filme español que jamás he visto y con el que se inauguró el segundo cine de mi barrio, el 21 de diciembre de 1968. Se llamaba Paraná. Pero ese  parecía una caja de zapatos. El Salón Rosa me fascinaba, con sus 901 localidades, para mí era el mundo. Tenía alfombras rojas que combinaban con las cortinas y las butacas.  De pelitos, decía yo, que no conocía el tul, ni "el placer de la seda".
El Salón Rosa era cine y teatro, según mi padre que no es el historiador pero ¡inventa cada cuento! allí vio bailar a Tongolele y se volvieron vivas las mosquitas muertas con la presencia de...Jorge Negrete. Era como un universo fantástico: los relieves de yeso, las figuras grecorromanas. Seres alados, torsos desnudos parecían convocarnos a la prosperidad: un cine de caché.
Leo en Una mirada sobre el Cotorro, de Raúl García Dobaño:
"Como detalle curioso relacionado con el cine Salón Rosa, se destaca que el dueño del céntrico terreno, el señor Fermín Ordóñez lo cedería, para la construcción del cine, con dos condiciones: que la sala cinematográfica llevara el nombre de su única y consentida hija, la señorita Rosa, y que pasados diez años (en 1966) el cine quedara en sus manos como único y legítimo dueño.
El primer punto de tales condiciones se cumplió pues se bautizó el cine con el nombre de Salón Rosa, el segundo; no, porque triunfó la Revolución".
A partir de entonces el cine no fue de Rosa, éramos dueños los del barrio y las colas eran interminables y los ánimos exaltados y las butacas de todos, también los que tenían cuchillas para rasgar la seda. Desfilaron películas taquilleras como El Peñón de las Animas, Alejandra,  El hombre que mató a Billy el niño, La Chica Terremoto, El gran rubio con un zapato negro, La vida sigue igual y muchas más.
Mi última visita al Salón Rosa fue ya entre las carencias de lo que se bautizó como el Periodo Especial. Los dos pisos, con butacas salteadas semejaban una dentadura con pocos dientes y en la pantalla se abría, como una mueca, un tajo impune. Desconozco cuando cerró sus puertas de forma definitiva. Lo he visto por fuera y siento alivio de que aún conserve, apagado, el anuncio otrora luminoso de la entrada. Usa maquillaje por las mismas razones que algunas mujeres. 
Por dentro, unos dicen que una disco. Otros, un proyecto de cultura popular. Está desmantelado.
Es imposible la colindancia del Reino de Zeus y aquel contexto bucólico, populachero. No tendrían larga vida el piso de alfombra y los baños apestosos.
Desde lejos, mis evocaciones buscan refugio donde mismo. Todavía hay noches que me asaltan los colores internos de aquella sala de cine. Espanto el recuerdo, pienso en las imágenes de mi infancia como metáforas y escribo para exorcizar.

12 junio, 2012

La última vida en el universo


Me llamo Kenji. Este podría ser yo en tres horas. ¿Por qué me quiero suicidar? No lo sé…
Kenji intenta cambiar el rumbo de sus libros infinitos, de su orden compulsivo, del marasco cada día, igual.
En el filme La última vida en el universo,  Kenji trabaja en una biblioteca, no come pescado. Jamás se desordena. Levanta los ojos, se inquieta sólo por una chica que sostiene un libro entre las manos:  La lagartija está sola, extraña a su familia. Ella es una posibilidad de encontrarse en el otro, también ésta desaparecerá.
¿Dónde vas que más valgas? Kenji se enfrentará a varios verdugos para morir. Soga, vacío, ahogo, armas, pero su muerte lo esquiva.  Para ponerle nombre a su razón escribe: Dicha y se ve, colgando del techo. Todo cambiará en el encuentro con otra mujer, alocada, frenética, abandonada y sola. Hasta el aburrimiento, sola.  Sola, hasta el asco. Huyendo de sí.
Hay imágenes detenidas por una fotografía que ha quedado prendida en mí. Un ir y venir de escenarios posibles. La esperanza no se manifiesta ni como una posibilidad, no en él. Ella es un pedazo inarticulado de vivencias, una certeza: allí está, a su lado, la muerta muerte viva durmiendo en su pierna.

Uno quiere subir esa escalera por donde esquivan los libros. Uno quiere ver el sentido de una vida más allá:
“Los libros son compañeros del solitario, amigos del desamparado, solaz del tedioso, contento del descorazonado y sostén del desvalido”.(1)
Como Kenji,  uno se puede lanzar por una ventana.  La muerte es certidumbre cuando en vida hueca no se conoce un atisbo de dicha. Nuestra última vida en el universo puede estar allí donde se rompe el yo y se desgaja como una naranja para gozar-se con los otros.

(1) Orison S. Marden

10 junio, 2012

La maldición

Cuando murmuré a su oido aquel regaño, ella levantó los ojos y supe que la niña se había ido. Lo peor fue la palabra,  lava brotando, entre sus dientes: Bórrate.

07 junio, 2012

Criatura de isla


Muchos proyectos relacionados con la cultura cubana han tratado de revivir glorias pasadas. Bien le haría a la memoria colectiva hacer una regresión para no perder de vista a quienes nos legaron su poética:
Lo primero que hago es ver qué palabras sobran para quitarlas. Y esto hay que hacerlo pronto para no encariñarse con ellas. A veces me ha sucedido que podando palabras de un poema me he quedado sin poema. Por eso es preferible, no quiero tener poemas tontos. Nadie está obligado a ser poeta, y sí estamos todos obligados a velar por nuestro acervo de cultura y nuestro decoro intelectual. (1)
Dulce María Loynaz tenía un proceso creativo muy laborioso. Por ejemplo, pudo tardar años para dar por terminado Un verano en Tenerife:
En esto no hay regla fija y solo le digo que si hubiera tenido que escribir con la medida de las agujas del reloj, no hubiera escrito nunca. A la palabra que va naciendo no se le puede poner metrónomo, ni a la vida tampoco. (2)
Sólo ella que murió rodeada de maleza, ciega y solitaria. Sólo ella conviviendo con la locura, la música y la vegetación, el mar. Sólo ella y su praxis creativa, desde una isla interior iluminada. Sibila:
Poema CI
  
        La criatura de isla paréceme, no sé por qué, una criatura distinta. Más leve, más sutil, más sensitiva.
        Si es flor, no la sujeta la raíz; si es pájaro, su cuerpo deja un hueco en el viento; si es niño, juega a veces con un petrel, con una nube...
        La criatura de isla trasciende siempre al mar que la rodea y al que no la rodea. Va al mar, viene del mar y mares pequeñitos se amansan en su pecho, duermen a su calor como palomas.
        Los ríos de la isla son más ligeros que los otros ríos. Las piedras de la isla parece que van a salir volando...
        Ella es toda de aire y de agua fina. Un recuerdo de sal, de horizontes perdidos, la traspasa en cada ola, y una espuma de barco naufragado le ciñe la cintura, le estremece la yema de las alas...
        Tierra Firme llamaban los antiguos a todo lo que no fuera isla. La isla es, pues, lo menos firme, lo menos tierra de la Tierra.

Citas:  Confesiones de Dulce María Loynaz. Aldo Martínez Malo. Editorial José Martí.

04 junio, 2012

Tres lindas cubanas


Yo iba por un libro de Abilio Estévez,  regresé con Tres lindas cubanas.  Debí conocer a Gonzalo Celorio en el 1993 y se me fue la voz. Muda y con una libreta, le pedí a alguien cancelar la cita y al cabo de tantos años, la pude tener y él no lo sabe. He entrado en el libro y se ha levantado polvo y salitre.  He seguido una hilera de papas .
Tres lindas cubanas es una historia tallada en  tezontle y adoquín de la Habana Vieja, Celorio se dice mitad cubano, tiene que serlo.  Por sus páginas hablan las voces de sus abuelos, de sus tías, su voz es un eco que le da nombre a la sangre y la identidad. Lezama, Carpentier, Nicolás Guillén, César López, Cabrera Infante, Senel Paz, Leonardo Padura,  Barbarito Diez, Juana Bacallao. Muchos con la Habana adentro y la Burke cantando sus ceborucos. Es un libro de piedras:
“El pasado es un inmenso pedregal que a muchos les gustaría recorrer como si de una autopista se tratara, mientras otros, pacientemente, van de piedra en piedra y las levantan, porque necesitan saber qué hay debajo de ellas”. (1)
Escala el recuerdo y las etapas. Esos tajos en Cuba, que son imprevisibles y eternos. El periodo especial nombrado y dibujado con muchas metáforas, el autor lo vive también porque un tío: Juan Balagueró, que era capaz de comerse un buey a fuerza de pan, como El mismo decía en sus buenos tiempos, se había comido las cáscaras de las naranjas por la sencilla razón del hambre. Se las había comido crudas, poco a poco, masticándolas con empeño de roedor, haciendo caso omiso de su sabor amargo y de su consistencia correosa. Y es que el jugo que se había bebido esa mañana dominguera sólo era el espíritu, el recuerdo de las naranjas de otros tiempos y lo que él tenía no era nostalgia; era hambre.
En cada página está una realidad que me llama. Anécdotas personales mezclan la espada, la paloma, el ojo. He aspirado el olor del mar bailando sobre el malecón, cubriendo los rayos de la bicicleta, ahogando la esperanza de llegar, secos, a medias. He tocado los tabacos de mi abuelo y he leído veinte veces El lobo, el bosque y el hombre nuevo.  He caminado por la Calzada de Jesús del Monte porque los Diego deben andar por allí, en algún libro. He tocado la puerta del Hotel Riviera porque hay que  acariciar el piano, hay que sacar esa tonada que nos quite la abulia, que le prenda una vela a la noche tan ensimismada,  pero: “ El guardia dice que sólo tiene un violín y con un gesto instrumental le mienta la madre al suplicante”.(2)
La saga familiar va entretejiendo una enredadera, desde Asturias y crece en la Habana, se extiende a México,  sigue a Estados Unidos donde se nos acaba la tía Rosita, bella y sola. Novela de muertes también, el entierro de las casas, de las costumbres, de Ana María, tía  instrusa en su propio hogar, de los primos que se aman. Y la tercera linda cubana: Virginia, la madre.  Sólo se salvan algunas tradiciones familiares y los recuerdos porque tratar de cortar  la raíz de uno es morirse un poco:


Así me imaginaba el exilio, áspero como una barba de tres días, espeso como un abrigo grande, agujereado como unos zapatos viejos, insondable como una bolsa negra”. (3)

Citas:
(1) El viaje del elefante. José Saramago. Alfaguara
(2) (3)Tres lindas cubanas. Gonzalo Celorio. Maxi TusQuets


31 mayo, 2012

Agüero

No iremos al circo. ¡No!. Ni sé por qué, dijo con algo ronco en la voz…Cuando sintió el zarpazo en su costado, revivió  aquella pesadilla. Despertó ahogada por el jadeo. Le contó al hombre medio dormido y se fue por un café. Lanzó el grito contra las gradas: ¡No! Abrió los ojos cuanto pudo, pero la realidad no te devuelve al sueño. Cuando el segundo tigre le quebró el occipital, musitó el nombre del que había dicho: No iremos al circo...

28 mayo, 2012

A pedazos



 El anón desapareció del patio, a golpe de sequía y plaga. Según los árboles frutales se perdían, nosotros crecíamos y entonces mis amigos,  hermanos de la cuadra, dejaban de treparse al mango o de robarse la guayaba.
Pero a Elisa le gustaba el anón y por la fruta regalada, me gritaba desde su casa y yo iba por mi vaso del batido. Su tornado inolvidable, sus cuidados y aquel hijo grande y asmático ahogándose en su carcajada: Niña, pero ¡qué genio tienes te vas a enfermar del hígado!
Cuando la hija se casó con aquel camionero mayor que ella, los vecinos la empezaron a juzgar. Era el primero en los trabajos voluntarios,  el más rojo en los domingos;  pero después, en un tajo de la yagruma,  cambió. Tuvo teléfono y divisas que entraban, nadie sabe cómo ni por qué. Vociferaba en contra de todo, se quejaba.  La casita mejoró y los vecinos se callaban la boca, como decimos en Cuba porque era el único teléfono plantado donde se podía ir a hablar. Una peseta bastaba para pagarles la llamada o un peso, depende de la extensión de la charla o la culpa por la molestia.
Cuando ellos se fueron, cuarentona y sesentón,  el anón ya hacía más de treinta años que se había secado y sobre sus raíces estaba enclavada la ventana de mi cuarto azul, desde allí Elisa se veía como hormiga sola, vendiendo café.  El día,  un cafetal interminable, endulzando hasta la tarde el conjunto verde natural. La base de taxis enclavada en el viejo mangar se llenaba de gritos: ¡¡¡Elisa!!!, ¿tienes café?

Mami echaba los ojos sobre mí, como al descuido: Mira, uno tiene hijos para verlos crecer y después te mueres sola. Mira esa mujer solita con su alma.
Elisa dejó de visitar a los vecinos, pasaba rápida y sin saludar. No permitía ni preguntas ni conmiseración. Tostaba, colaba y vendía café. Para ella, era la única trinidad que conocía.
Una mañana se hizo el silencio, el aire olía a gasolina de la Base de taxis allá atrás. Los gritos se ahogaban de cansancio y sin café, parecía más lento el trasiego de una calle cuyos vecinos, en mayoría jubilados adornaban desde el amanecer cada portal.
Elisa se fue. Elisa se fue. ¿Cómo? Silenciosa. Nadie vio movimiento de maletas, ni puerta entornada. Entre el humo del café debió irse en madrugada. No se despidió de nadie. No dio ni una pista. Mi madre todavía se queja en la cocina: Mira eso y pensar que envejecimos juntas. Nadie ni se lo olió. Y uno con lástima por su vida sola, mira nada más…
No me he vuelto a parar en la ventana de mi cuarto azul.  Perdió su diseño de dos alas.  Hace años le nació una reja como una amenaza. 
Seis meses le han contado a  Elisa, sus vecinos de antes.  Vive  en Estados Unidos. . Mi padre dice que ahora todos hacen una colada individual. Que él sigue mordisqueando la uña de su meñique mientras el café demora en hervir y así repasa el día, la nada por hacer. Mi madre me escribe en posdata: Una matica rara ha empezado al lado de tu cuarto, dice tu padre que es otra vez el anón, pero no sé.
Tengo ganas de un árbol para llenarme los ojos de ramas y de hojas, como cuando era niña y estábamos todos.

25 mayo, 2012

Días de esos

En el autobús, la niña de ocho años le iba contando de ipad y  generaciones de aparatos. Le describió a su nana, pero no se le antojaba para jugar. Que su mamá vivía en el teléfono y un día llegaba a la escuela en una Hummer y otro en el Mercedes. Se llamaba Diana como la cazadora, dijo atrapada en una ingenua sonrisa. Cuando llegaron a la casa hogar la Miss X reunió a los alumnos, les pidió considerar la visita como una oportunidad. Mientras hablaba los de sexto levantaban las narices, frente a la inmensa jaula de los pájaros.

Cuando la Cuentacuentos levantó la voz y sonaron las claves, los ojos se unieron en una sola visión. El animal más grande del mundo llenó la habitación y se extendió por las ventanas, el pequeño gusanito le abrió los ojos a cada quien y repitió entre risas: Soy el animal más grande que existe, aplasto al rinoceronte y al elefante lo hago… A la salida una chiquita de ocho años, de playera blanca y pantalón desteñido se acercó, le dio un beso. Un chico grande de chaqueta de mezclilla sonrió y levantó los ojos sin vergüenza. Uno de los chicos con uniforme impecable tecleaba en el celular y otro pasó al frente, con cara de “no estás en mi facebook”.

De regreso, en el camión, la Miss X interrogó a los alumnos sobre la visita, qué les pareció la actividad. Distraídos se peleaban por unas gelatinas, que alguien olvidó entregar a los chicos con refugio sempiterno en la casona de las monjitas.

Diana, la alumna que me contó de sus materiales bendiciones levantó la voz:

- ¡Que los pobres también son chidos!- y se ahogó en una carcajada.

Escultura de Charlotte Yazbet.








22 mayo, 2012

Ego


El escritor larvado detrás de su obra, teclea una barricada de silencios. Ella evitaba la tendedera  en la nube. Como  lectora debía lidiar con un monólogo cada vez más doloroso. Se inventaba un sabor para la admiración oculta allá detrás de su avatar .  Y al principio tocaba la pantalla como si le acariciara a él, la barba de tres días. Imaginaba el diálogo al pie de la ventana y el ciprés. Pero ahora,  después de comentarios sin respuestas; jalonea el monitor y le espeta groserías. El escritor se pregunta, a diario,  por qué nadie lo viene a leer.

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