Yo iba por un libro de Abilio
Estévez, regresé con Tres lindas
cubanas. Debí conocer a Gonzalo Celorio
en el 1993 y se me fue la voz. Muda y con una libreta, le pedí a alguien
cancelar la cita y al cabo de tantos años, la pude tener y él no lo sabe. He
entrado en el libro y se ha levantado polvo y salitre. He seguido una hilera de papas .
Tres lindas cubanas es una historia
tallada en tezontle y adoquín de la Habana Vieja, Celorio se dice
mitad cubano, tiene que serlo. Por sus
páginas hablan las voces de sus abuelos, de sus tías, su voz es un eco que le
da nombre a la sangre y la identidad. Lezama, Carpentier, Nicolás Guillén,
César López, Cabrera Infante, Senel Paz, Leonardo Padura, Barbarito Diez, Juana Bacallao. Muchos con la
Habana adentro y la Burke cantando sus ceborucos. Es un libro de piedras:
“El pasado es un inmenso pedregal
que a muchos les gustaría recorrer como si de una autopista se tratara, mientras
otros, pacientemente, van de piedra en piedra y las levantan, porque necesitan
saber qué hay debajo de ellas”. (1)
Escala el recuerdo y las etapas.
Esos tajos en Cuba, que son imprevisibles y eternos. El periodo especial
nombrado y dibujado con muchas metáforas, el autor lo vive también porque un
tío: Juan Balagueró, que era capaz de comerse un buey a fuerza de pan, como El
mismo decía en sus buenos tiempos, se había comido las cáscaras de las naranjas
por la sencilla razón del hambre. Se las había comido crudas, poco a poco,
masticándolas con empeño de roedor, haciendo caso omiso de su sabor amargo y de
su consistencia correosa. Y es que el jugo que se había bebido esa mañana
dominguera sólo era el espíritu, el recuerdo de las naranjas de otros tiempos y
lo que él tenía no era nostalgia; era hambre.
En cada página está una realidad
que me llama. Anécdotas personales mezclan la espada, la paloma, el ojo. He aspirado el
olor del mar bailando sobre el malecón, cubriendo los rayos de la bicicleta,
ahogando la esperanza de llegar, secos, a medias. He tocado los tabacos de mi
abuelo y he leído veinte veces El lobo, el bosque y el hombre nuevo. He caminado por la Calzada de Jesús del Monte
porque los Diego deben andar por allí, en algún libro. He tocado la puerta del
Hotel Riviera porque hay que acariciar
el piano, hay que sacar esa tonada que nos quite la abulia, que le prenda una
vela a la noche tan ensimismada, pero: “
El guardia dice que sólo tiene un violín y con un gesto instrumental le mienta
la madre al suplicante”.(2)
La saga familiar va entretejiendo
una enredadera, desde Asturias y crece en la Habana, se extiende a México, sigue a Estados Unidos donde se nos acaba la
tía Rosita, bella y sola. Novela de muertes también, el entierro de las casas,
de las costumbres, de Ana María, tía instrusa en su propio hogar, de los primos que se aman. Y la tercera linda cubana: Virginia, la madre. Sólo se salvan
algunas tradiciones familiares y los recuerdos porque tratar de cortar la raíz de uno es morirse un poco:
“Así me imaginaba el exilio,
áspero como una barba de tres días, espeso como un abrigo grande, agujereado
como unos zapatos viejos, insondable como una bolsa negra”. (3)
Citas:
(1) El viaje del elefante. José Saramago. Alfaguara
(2) (3)Tres lindas cubanas. Gonzalo Celorio. Maxi TusQuets
6 ¿Qué me cuentas?:
No conozco a ese escritor,para mi es una novedad. Por tanto el descubrimiento resulta muy gozoso. Realmente parece alguien poseedor de un mundo propio, rico y seductor. Lo anoto. Un saludo
Mujer,
yo estudio literatura acá en Cali, Colombia. Tu blog me brinda información valiosa (y muy bien escrita) sobre temas y autores que me interesan.
Mil gracias por tus palabras sobre mi escritura.
Amiga, gracias por compartir; nada hay como la historia bien contada. Me encantan tus letras y tu forma de hilvanar las palabras.
Gracias. Jecego.
V realmente es un tránsito por un universo lector, te lleva a autores y fascinaciones que como lector de gozo y no de crítica hacen que disfrutemos con él. Me gustan los escritores que ante todo, muestran su gusto por otros que les antecedieron. Me atrapó la coexistencia de varios mundos que conozco y el descubrimiento de una visión exterior.
Anuar, goza ese camino de la literatura. Te agradezco mucho tus palabras y aparte de todo lo que hago soy promotora de lectura, entonces disfruto compartir.
Jecego, quisiera poner más palabras de los textos que me impresionan, pero el derecho de autor nos obliga a poner lo menos y compartir desde cada quien un esbozo nada más. Para mí, esta novela ha sido un majá, deslizándose poderoso, en mis recuerdos.
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