Géminis, hoy vi un programa donde un afamado conductor de televisión decía: Hay que huir de las satisfacciones fallidas que estas fiestas nos deparan. No hay que gastar de más, no hay que comer de más. Saluda al jardinero, al vendedor de paletas, no te imaginas la satisfacción que esto da. Lo bien que te sientes, saluda al bolero, verás.
Y este hombre cree que así se atrae un poco de estabilidad. Considera que dedicarle un "afectuoso" segundo al luchador le gana un atisbo de felicidad. No sabe este infeliz comunicador que mientras él se preocupa por qué va a tragar o qué va a beber o qué va a regalar, estos trabajadores aprenden a gozar la cotidiana realidad. Desconoce, desde su distancia autoimpuesta, de la libertad con que estas personas levantan los ojos para mirar de frente, porque aprenden a ver el día desde que abre el sol y se ríen del ególatra como el mencionado que simula estima al saludar.
Pobre sociedad hipócrita que escucha a este hombre como si fuera un Dios y ahora levantará los brazos para saludar al intendente, al jardinero, al peón, como si llevar dinero en el bolsillo les obligara a realizar en ciertas fechas ejercicios de humildad.
Para personas como tú, que saben de infancia e inocencias, va un abrazo de verdad. De esos que no temen al sudor, ni al gis en los dedos, ni a la tierra en las uñas, ni a las fachas. Recuerda siempre, aún cuando el trabajo agote, no pierdas el objetivo, olvidada de ti, entrégate completa a sus reclamos.
No estoy bien, en estos días, no es el cuento que te prometí, pero no olvido mi palabra dada. Así va este pequeño cuento de Gibrán Jalil Gibrán, nacido un seis de diciembre y eternizado por su sabiduría y espiritualidad, un regalo de Navidad y ojalá vuelva el cordero a Monterrey.