11 febrero, 2012

Augusta


La muerte la miró, hizo un esfuerzo para imaginar qué sería la sed, pero no lo consiguió.
                         Las intermitencias de la muerte. José Saramago

Cuando la sangre se parece al fuego es una novela de Manuel Cofiño, un escritor cubano que vivió poco y describió a mi abuela sin conocerla. Me identifiqué tanto con el personaje principal como si Cristino y yo nos hubiéramos conocido o atisbado en algún espejo.
Su abuela se traga la lengua, busca el ahogo  y el músculo blando es una sierpe inmisericorde. Siempre le hablé a mi abuela de aquella anciana: Se parece a ti, le decía, en algunas cosas nada más.
Mi abuela tenía un cuerpo alto y un carácter recio. En su altar de santería convivían Obatalá con una foto en blanco y negro de José Martí. También Changó con Antonio Maceo y todo el panteón yoruba se extendía sobre los tablones bien pintados, las cazuelas y las ofrendas. Crecí considerando a la gente no por lo que manifiesta o dice ser, si no por lo que esconde. Ella me enseñó a mirar y a ver. Con ella supe de las voces de las hierbas y de la carga pesada o bendecida del silencio. Por ella dejé ir malos amores y aprendí a buscar algo que susurrara más allá del cuerpo y de las voces.
Con abuela busqué mi propio trillo, mis veredas. Desterré el miedo al marabú o al asfalto. Con abuela visité las primeras iglesias y los primeros toques de santo. Por ella rechacé unas y otros.  Abuela decía que la mujer debe vestir su alma con sinceridad y quien se deje asomar saldrá aullando como perro si no le alcanza ojo para resplandores. Y lo he vivido,   jauría que se extraña de sonrisa o de ingenuidades. Mucha gente la visitaba para romperle la alegría a otro y ella los dejaba ir con su frase de siempre: Yo no hago daño, ven conmigo si te quieres curar. Hoy no hay tabaco, paná…
Abuela me pasaba la mano, una manera de decir que aprietan el estómago  hinchado de una niña que comió guayabas, almendras y anón del patio. Mi abuela me marcó chancletas y me dio café negro hirviendo,  con pan. Mi abuela y su arroz con leche. Abuela, la miel y la canela…
Abuela se vestía de collares y ropa linda, se pintaba con discreción y rejuvenecía cantidad. Sólo ella se atrevió a dejar a tanto pretendiente por aquel bajito de ojos azules, que tocaba el tres como un virtuoso y que siempre se doblegaría a su férrea voluntad. Sé que un día voy a terminar de escribir esa novela, donde Abuela será el personaje principal.
Abuela se fue anoche. Dos días antes su lengua se inflamó, seca como una rama partida fue buscando una gruta en el paladar. Abuela se llenó de silencios. La sangre se parece al fuego y abraza la vida y la consume. Uno se funde con cada despedida.  Con las ausencias, la muerte nos laza al pescuezo un hatillo de recuerdos.

14 ¿Qué me cuentas?:

LAO dijo...

Todo mi respeto por tu grande y hermosa abuela Belkys. Un beso.

Belkys Pulido dijo...

Lao, agradezco sinceramente sus palabras. Aún no sé cómo pude escribir todo esto, he quedado muda. La tristeza es una condición natural que intento enmascarar y la despedida de mi abuela ha removido mucho. Siempre cree uno estar preparado, pero no es cierto. Ochenta y ocho años de vida

José Antonio del Pozo dijo...

Acompaño tu pesar y tu sentir, Belkys. Si pudiera darte un abrazo bien fuerte. Y tu texto, de dolor contenido, es precioso y como un cuadro vivo.
saludos blogueros, Belkys

entierrafirme dijo...

Mujer, acabo de ver esta entrada- Lo siento mucho, y te envió un abrazo muy fuerte. Muy lindo este homenaje. Un beso

Luis Carlos Ramirez dijo...

Belkys, un fuerte abrazo donde estés ,se como es ese dolor que no se quita, es algo con lo que se tiene que aprender a vivir ,la vida es un cuento y hay que leerlo tantas veces quieras, para poder volver a vivir esos momentos que tanto nos hacen felices.

entierrafirme dijo...

me he quedado preocupada con tu silencio. Un beso

esteban lob dijo...

Aunque tarde, recibe mis sentimientos de pesar, amiga.

Fermina dijo...

Querida Belkys:
Acabo de ver esta entrada , andaba yo un poco alejada de estas calles, tenia necesidad de ello. Lo siento mucho, mucho. Cuanto lo siento. Me parece que puedo verte, sentir tu dolor. Yo se lo que es respirar a traves de esa existencia. La unica y grande que tuve en esta vida hasta que llego mi hijo. Un dia escribiras esa novela. Yo creo tambien lo mismo, y empiezo los retazos, aquella Otra que anda por ahi pero no soporto el dolor cuando escribo, es mas fuerte que yo. Tu abuela ha de verte desde donde esta y estara contenta de verte seguir, de verte sonreir otra vez,de saberte con pocas tristezas. Un dia mi abuela me dijo que si ella se moria, no me pusiera triste ni llorara mucho porque eso la pondria a ella peor desde donde estuviera, y me gusta creerle para apaciguar estas mareas. Yo tampoco estuve cuando ella murio. Este vivir nuestro fuera y dentro, lejos y cerca nos ha puesto frente a coyunturas dificiles. Pero tu eres una mujer fuerte, llena, y ademas , haces algo tan bello como hacer volar la imaginacion de los ninnos con tus cuentos y tus historias. No estes triste. Un abrazo fuerte. Espero que vuelvas pronto por aca.
Te abrazo.

Belkys Pulido dijo...

Gracias a quienes se han detenido en estos días. El año comienza revuelto y observo desde lejos mi propia realidad. Cuando esto ocurre, cuando se rompe una amarra, la deriva no es opción y trato de encontrar las nuevas ataduras, el latido de cada posibilidad. Hay proyectos sin rumbo, afanes huérfanos sin su propio pedazo de mar y cuando la muerte nos toca de cerca, cada día toma otro matiz, busca uno los contrastes nuevos, el color. Ahora entiendo a cada universo familiar como un vaso, un embalse, remanso, oasis donde único vale la vida pasar.
Cuántos años, Carlitos, cuánto has crecido. Lao, usted ha vivido como un pedazo de tormenta, quizás hay que saber de vientos para poner la sensibilidad como usted la ha entrenado camino al arcoiris.
Jose, siempre busco en tu blog el desenfado, la risa, el ácido para nombrar las estupideces humanas.
Charlene, corrí a contestarte el otro día, como quien no pone al amigo en precipicio. Como quien no quiere dar pesar, porque sé que de lejos y en desconocimiento absoluto entendemos un poco de cada una.
Fermina, me detengo aquí. Lloro de nuevo porque Dios mío, tanta gente detenida en hacer mal, en hacer centros, en levantar edificios a la egolatría y tú vienes sin distancias por medio, sin rostro, sin voz y me ves y calas. Calas como alguien que me conociera desde siempre, como alguien que debió pasar por casa de mi abuela y supo de tanto amor mutuo. Su ausencia me ha dejado muda, aún no sé qué tiene sentido más allá de las necesidades de mi familia toda. A veces pienso en la novela cotidiana de vivir, en la página escrita en la nada y siento miedo de convertirme en un punto de silencios.

geminis dijo...

Belkys siento mucho tu perdida, una abuela es todo, un ser inolvidable que siempre esta presente en nuestros corazones, hace 5 años perdi a la mía, y es un dolor inexplicable, aún cuando paso por su cuarto me detengo a ver por la ventana, y permanece intacto como si aún estuviera ahi, es una sensación extraña, pero es maravilloso sentirla viva en mis recuerdos.
Un beso enorme para ti belkys, me he ausentado mucho de estos rumbos, pero cuando paso por aqui al blog que seguro entro es al tuyo, en verdad te admiro, un abrazo fuerte.
:)

entierrafirme dijo...

guapa: como autentica hija única que soy, me permito demandar que regreses. se te extraña mucho. Un beso grande

Belkys Pulido dijo...

Géminis, no sé cómo pero sé que andas por ahí, que fluyes y me alegra sigas el curso de una vida sensible y laboriosa. Llego al blog y veo la sonrisa de mi abuela, joven y dichosa. Es bueno contar con la juventud para creer que somos eternos, por eso en esa breve dimensión irreal hay que soñar alto y disparar bien arriba.
No pierdas la puntería y palante.

Belkys Pulido dijo...

Ya sabía yo que algo latía por ahí en similitudes, en posturas que van más allá de lo visible. Unicas hijas, ambas. También zozobré con algunas cosas que has mencionado en el blog. También me preocupa y me extraña que no aparezcas y me hacen feliz esos tres pámpanos chiquitos que te han crecido para nunca nunca más estar sola.

Melvin Rodríguez Rodríguez dijo...

Una entrada hermosa, sentí como si hubiese conocido a tu abuela. Quisiera leer esa novela sobre su vida.

Qué tierno el pasaje del altar yoruba con la foto de Martí.

Saludos!

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