22 diciembre, 2015

Para todos los que ven el halo...

La lectura y el blues una mezcla irresistible, las conjugo para ti, que aún crees en los sonidos de los buenos libros....

12 noviembre, 2015

Leer el mundo

Visiones de escritores. Fernando Salvater en Figuraciones mías:
Las profecías innovadoras de Julio Verne o el propio H.G.Wells no nos transportan ya imaginativamente hacia el futuro sino que ahora tienen el encanto nostálgico de aquellos tiempos en que lo supuestamente imposible era todavía imposible de verdad y no una rama de las ofertas otoño/invierno de los grandes almacenes.
Tal como decía el viejo chiste que le habría ocurrido de haber vivido en España o México, Franz Kafka se ha vuelto ya en todas partes un escritor costumbrista. Sin embargo, el encanto literario de lo fantástico sobrevive a su cumplimiento tecnológico: aunque hoy ya el submarino sea un vehículo tan prosaico como el autobús, el Nautilius sigue siendo el libertario enigma de los mares.

Y yo, humilde lectora, sigo el camino donde hay muuuuuuuuuuuuucho por leer….
Imagen: 
http://enbuscadelcuentoperdido.blogspot.com.es/2013/04/150-fernando-savater.html?_escaped_fragment_

06 noviembre, 2015

Milan Kundera

Le dijo que el amor era un sentimiento contra natura, que condenaba a dos desconocidos a una dependencia mezquina e insalubre, tanto más efímera cuanto más intensa
Del amor y otros demonios. Gabriel García Márquez


Milan Kundera consigue poner en duda a la pareja perfecta. Es su novela, La identidad.


Los monólogos interiores cuestionan al otro y se excusan en el ego, bellaco, acusador.

-No- dijo Jean-Marc, y luego, para sí, en silencio- ¿Por qué no quieres comprender que me importa un comino el espejo que me ofreces?

La novela sigue las pisadas de una pareja común. Ambos se buscan, mientras se desconocen. ¿Es esa extrañeza la que alimenta, en verdad, el nosotros? Después de las fórmulas aplicables al amor queda un tú ¿y yo? O seguimos abismados en la utópica versión de yo soy tú.

Un hombre y una mujer cenan, duermen, pasean como juntos. Simulan reconocer al otro, saberle, saborearle, poseerle. Pero no somos sólo un manjar, en carne y huesos dispuestos...

(…) Jean Marc, quien un día(…) le había dicho: Me gustaría participar contigo en alguna juerga, pero con una condición: en el momento del goce cada uno de los participantes se convertirá en un animal, uno en cordero, el otro en vaca, el otro en cabra, de tal manera que al orgía dionisíaca se convierta en una pastoral en la que quedaríamos solos, rodeados de animales, como un pastor y una pastora.

Chantal y Jean Marc se convierten en ustorios. Sus imágenes ardiendo, ajenas, consiguen confundirles la identidad. Buscando ser pastores de sus aprehensiones, se convierten en ovejas, que fustigan los demonios.

Kundera nos expone. Es una novela bofetada. Despertamos:


¿Acaso no es el conformismo ese gran punto de encuentro al que todos convergen, en el que la vida es más densa?

18 octubre, 2015

Poesía

Siempre he sentido más poesía en el azadón, que maneja mi abuelo a los 98 años, que en los libros que he leído. La poesía viola la cordura. Lo que sigue lo encontré en una nota de tripavisor, escrita en inglés. El traductor hizo de las suyas:
Los camareros son muy buena persona como el chico de Pizza Hut (excelente "delgada corteza de los alrededores").

15 octubre, 2015

A veces lo cubano...

La pequeña salta, eufórica. Ha descubierto la palabra década. Le digo no serás más mi chiquita, tan cerca de los diez. Creces, los años vuelan. Coloca su mano en la cintura:
Yo no quiero saber nada de la preadolescencia. Seré una niña hasta que me dé la reverenda gana.




07 octubre, 2015

El recuerdo es una fiera

Nélida Piñón cosía sus propios libros. De niña, se identificaba como escritora y le vendía su obra al padre. Yo conté con un padre así, era mi mejor espectador. Si se trataba de lecturas o de cuentos contados a viva voz, él se acostaba en la noche y cerraba los ojos, para imaginar. Sin embargo, mi padre nunca ha querido irme a ver al teatro, ni en ningún espacio donde me he presentado. Su predilección por escucharme, debió influir para que yo confiara mis ecos al camino.
Ahora él se duerme, en silencio. Cuando hablamos por teléfono me dice que recuerda mi voz, que siempre me ve como niña, aquella niña que se hacía la dormida en las mañanas para evitar el desayuno y paladear algún libro, amparada por el mosquitero. Fueron tiempos de Salgari, Verne, Las mil y una noches y el Decamerón. 
En el teatro García Lorca conté El misterio de Eleusis y vuelvo sobre él. Nélida Piñón era una autora, casi desconocida en Cuba y mi novio de aquellos años me dijo: Cuenta algo de humor, deja de contar esas historias raras.
Pero me interesaba la prosa poética, no hacerle de bufón. He vuelto sobre las páginas de Nélida Piñón y he encontrado el esqueleto del cuento, que me acompañó en algunas presentaciones. Pero, me descubro divagando alrededor del texto.  Recuerdo olores de aquellas noches en que salíamos de ensayar. Veo a mi padre, con los ojos cerrados y jamás dormido, antes de que los tonos de mi voz le avisaran del final de alguna historia. Tantas evocaciones me alejan de la necesidad de contar aquel misterio hecho cuento, de Eleusis.
"Dicen que yo elaboro mucho sobre la memoria, pero no es sobre la memoria porque la memoria no existe como la gente imagina, la memoria es un enlace con la invención, la invención no se pone de pie sin los elementos que la memoria le proporciona para que la invención pueda seguir adelante, la memoria traiciona y para ganar una dimensión superior tiene que inventar, la memoria es una invención también, porque la memoria falla, como no se acuerda de todo lo vivido tiene que inventar", declara Nélida Piñón.
Quizás este cuento huye de mí porque el recuerdo es una fiera y porque aquella realidad está tan cerca  siempre y es tramposa. Pongo en letras mis recuerdos y sé que no me traiciona la memoria sobre aquella niña Sherezada, encantando a papá. Sé de una casa pequeñita, donde crecía el anón y los majáes cruzaban raudos los pasillos interiores. Escucho cuando quiero contar, los cascos del caballo que me prestaba el  abuelo Antonio Pulido y corro tras las mariposas del patio, que no es particular, donde no se construye porque al abrir un hoyo de un metro y medio brota agua. La rana se asoma a la ventana y sé que viene a saludar. No, no el recuerdo es una fiera, quizás yo me invento cosas, quizás. Pero...anoche mi madre me escribió un correo.
Dios mío, es que esa casa fue la que me dio voz, la que me hizo lectora; la que siempre ha exhibido grietas, como las arrugas de una digna mujer. De los cimientos salen cangrejos y los chipojos tienen la pañoleta más gallarda que puedas imaginar. Es que esa casita es de cuento y siempre me digo, deja de hablar de otros, ponte a escribir. 
Anoche, mi madre escribió: 
Te cuento,todas las noches pasada las 10 u 11 p.m las perras ladraban y ladraban.  Ya quería saber anoche era pasada doce y media agarro la linterna y allá voy  cuando salgo veo la perra para arriba de la mata de chirimoya y era  !UNA JUTIA! con la luz se quedó tran quilita como quién dice déjame tranquila !ya supe! Dile a las niñas la historia para que se rían.


29 septiembre, 2015

Biblioteca Palafoxiana

Hemos visitado la primera biblioteca pública de América. En 1646, el obispo Juan de Palafox y Mendoza la fundó. La Biblioteca Palafoxiana,  qué leer, véanlo aquí.
Puedo contarles que está en la ciudad de Puebla, uno de los estados más importantes de este país y que el recinto es parte del programa Memoria del Mundo. Puedo remitirles a más información aquí, pero no tengo palabras suficientes cuando quiero describir el aroma del paraíso... único. 
Créanme, si les apasionan los libros, 45 058 libros antiguos, nueve incunables y 5348 manuscritos no bastarán, pero son parte del éxtasis...









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18 septiembre, 2015

Nada de Janne Teller


Ninguna pluma que se inspire en el bien, puede pintar en todo su horror el frenesí del mal. José Martí El presidio político en Cuba. Madrid 1871 t.1 pág.59

El Señor de las Moscas y La Barraca dejaron en mis recuerdos lectores un sordo dolor. El ser humano escudado en la multitud, actúa como bestia y trepada en esa certeza tenía, en las noches de la Habana, odiosas pesadillas. Después, en México, Los olvidados traspasaron la pantalla y hoy resultan eventos cotidianos en los titulares.

La novela Nada, de Janne Teller ni a pesadilla llega, pero me incomoda. Dicen y llevan, traen que en algunos países se proscribió. Otros críticos, halagan su contenido y lo catalogan de libro filosófico. Pero un chico sobre un ciruelo no es suficiente: Nada importa, chilla. Se larga del salón, abandona la secundaria y a partir de esa nada individual, se nutre la nada colectiva de sus compañeros. Ellos buscan una loma de significados. La novelista los mueve hacia lo externo. Allí escarban, desde las sandalias, hasta la religión con crucifijo. Un féretro puede servir o un dedo.
Para construir la loma de significados se lastima el cuerpo, se mutila, se viola. Salir ileso de tanto daño es una pretensión. “Trece. Catorce. Adultos, Muertos”.
¡No hay nada que pueda convertirse en algo!¡Porque nada importa!- voscifera Pierre Anthon, desde la rama del ciruelo.

El chico asume de pedestal un árbol y a partir de ahí se desarticulan las individualidades, desaparece la sensibilidad y todos comienzan a seguir al cencerro de la maldad.
Hay lecturas para compartir, aprecio aquellas que se entregan a la discusión de sus lectores.  No hay bueno ni uno, se escribió desde la Biblia, no podemos cerrar los ojos a la violenta realidad, pero…Sin dudas, no compartiría Nada con los alumnos, suficiente irreflexión sin consecuencias se aprecia en algunos pupitres.

No contribuiré a esa loma de lecturas abyectas en las que se tambalean los significados adolescentes. Soy ajena al altar de lo externo y no menosprecio a la maldad, pero la construcción del ser no está sólo en la exposición de sus miserias.

12 septiembre, 2015

El guitarrista

Llegué a la literatura de José de la Colina por sus ensayos de cine. He gozado varias de sus entrevistas y disfruto su carácter, su humildad, pero sobre todo la capacidad que tiene para redondear una gran historia en pocas palabras.
Para un pedacito de este fin de semana, comparto El guitarrista.


29 agosto, 2015

La última mudanza de Felipe Carrillo

Algunos dudan de la originalidad de Bryce Echenique, en eso se divaga, yo le leo.
En La última mudanza de Felipe Carrillo, un arquitecto vive un triángulo, en bolero. Comparte el abrazo de Genoveva, periodista con la que le saben bien los enredillos del alma y del cuerpo; pero, también está Bastioncito, el  hijo de dieciseis años y un Complejo de Edipo repugnante. Y bueno, Eusebia, la cocinera, la negra, con su tumbao que camina de lao y “el eco de nuestras realidades tan distintas, nos respondía con los pies en el suelo, pateando latas mil veces”.
Felipe Carrillo crea proyectos arquitectónicos en Perú o en París, pero tiene su vida en demolición. Lo alivia su discoteca: “En mi discoteca me esperaba casi el disparate y hasta el disparate sin casi”. Así con música, el alma patea frustraciones y se acompaña.
Es una novela huracanada. El fenómeno del Niño por escrito, la vida en lluvia y frío uno hasta los huesos porque no hay manera de quedarse seco después de seguir a Felipe, El Flaco, ante los nubarrones de su inseguridad.
Las mudanzas del cuerpo tienen sonoridad, ay, pero la mudanza del alma esa devora en silencio, melodías.  Bien lo sufre.
Felipe Carrillo  intenta. Busca en otras mudanzas al hombre que se contradice en su interior. Cambia de itinerarios y de boleros pero se pierde más. Me identifico con ese laberinto de “cosas que le ocurrían a otro Felipe Carrillo”.
Leí la novela, huyendo de los charcos que me pierden. Hay lectores que en un vaso encuentran el mar de significados y asi ha sido para mí. “una tarde que llovió y no vi a nadie correr y la vida era una mierda por dentro…”
Hay tardes… cómplice lector. Tardes de caminos sin mudanzas y en ti, se quedará un libro en donde llueve. Te sentirás invadido
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Entre soñidos y ronquidos, un arquitecto levanta edificios con whisky y extiende las “sábanas de mi abrumación”, zurcidas como el sudario de un sueño roto.

“Flaco, sigamos soñando”.

21 agosto, 2015

Después del invierno






Cuando el alma ha roto su puñal en retirada
Cuando ha cuajado en no sé qué probeta
Sin contenido una insolente piedra. 
 César Vallejo

      
Un hombre arrastra sus manías y una mujer, su maleta de harapos. El es cubano. Ella, mexicana. 
Lo vivo me amenaza, hay que cuidarlo o se muere, asegura él. Ella va enferma de mutismo.
Un chico enfermo se acompaña de sus libros y entrega sus fuerzas a la Parca. Una mujer adulta se enamora y acalla su neurosis. Estos personajes se enrolan en Después del invierno,  novela de Guadalupe Nettel.
¿Adónde llevan los vivos sus existencias muertas? ¿En qué geografía cabes si no cavas en ti?
Todos en un aquelarre de individualidades. Danzan sin el otro, buscando-se en los cenotafios. Los panteones con sus ceremonias “eran tan entretenidos como un reportaje de sociales” y cada quien va cavando. Como pico el ego, para hundirse más y sólo Cecilia sobrevive. Como la Catrina, mexicana ella,  sola hasta los huesos. Triste hasta en París porque las cruces, clavadas a la orilla del vital camino, no son tumbas de hombres célebres,  se erigen como oda a la concomitante destructividad.
Y tú, lector, ¿qué tanto...?

15 agosto, 2015

Narciso de José de la Colina

He visto varias entrevistas realizadas a José de la Colina. Allá en Cuba, lo contábamos sin saber ni cual era su apariencia, ni su procedencia. Los cuentos se desdoblan y le tocan a uno a la puerta de la voz, pero José de la Colina sonaba en todos los festivales y las peñas. Hoy que le sé y que me encanta, voy rehaciendo mi trillito de palabras y de cuentos, contando con él, aunque Don José no sabe ni que existo.
Larga vida, Don José, garantizada.... Déjeme le cuento:

14 agosto, 2015

No hay manera

he tenido problemas con el micro, con los tiempos. He cambiado el rumbo un poco y avisoro un puerto distinto, por eso estoy preparando el regreso a compartir los cuentos y las reseñas porque me gusta esa comunión pero lo haré en YouTube. Quizás así vuelva el sonido de la noche y el trepidar de la hoguera. Quizás  no me vaya tanto de mí misma y de las buenas almas que rondan por aquí.

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07 julio, 2015

JOSÉ DE LA COLINA



En Milenio escribe, mi brujo de la tribu. El que sin formol, vivito y coleando sonríe ante el guión tecleado al lado del 1934. Así 1934- tamaña vergüenza. Los escritores no tienen fecha de caducidad.

Alguien se cree eterno o condenado. Todos lo estamos de alguna forma, condenados digo, porque eternos sólo en obra, buena o mala, pero hoy en día las crónicas y las primeras planas van pateando la lata de lo inmediato con la mala fama de alguien, la deslealtad, la vileza. Los medios no reparan en mi predilección por José de la Colina, nacido en Santander en 1934 y depositado en México por algún ángel de la escritura, la dedicación y la eternidad; esa que garantizan los libros y la creación de alguien lleno de cine, de ensayos y cuentos cortos.

A José de la Colina le pedí alguna vez un cuento, él no lo debe recordar. Aprecio que he aprendido con su lectura, pero más viendo sus entrevistas. Nació en marzo, como yo. Hoy se dedican más a los muertos y los tabloides, la televisión, las instituciones  reviven a Octavio Paz incluso se olvidan del genio indiscutible de Salvador Elizondo, van por Paz que definió a Don José como "Un autor singular: su prosa es una de las mejores de México”.

Poco consigo en librerías de la obra que lo define. Leo como robando, intento no violentar el gusto de ambos por el silencio. Ha escrito en su columna del Milenio, ese afán ruidoso del México actual. El silencio medieval, más los rumores de la naturaleza, debió ser como una deliciosa música. Una música que los civilizados estamos asesinando”.

Quiero regalarles una lectura en voz alta de sus cuentos, no tengo comunicación con él, ni permiso le he pedido, pero sé que lo aprobará si escuchara; porque en ese fuego primigenio estamos todos. Unidos alrededor de la hoguera, aupados por el  fuego y  la voz…el silencio que hoy, le agradece al escritor su latido en obra,  lo bendice y lo adorna.

Larga vida, José de la Colina, todo narrador oral cuenta con usted. Conjure a los guiones para construir la eternidad de un silencio a voces.
 

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