He visto varias entrevistas realizadas a José de la Colina. Allá en Cuba, lo contábamos sin saber ni cual era su apariencia, ni su procedencia. Los cuentos se desdoblan y le tocan a uno a la puerta de la voz, pero José de la Colina sonaba en todos los festivales y las peñas. Hoy que le sé y que me encanta, voy rehaciendo mi trillito de palabras y de cuentos, contando con él, aunque Don José no sabe ni que existo.
Larga vida, Don José, garantizada.... Déjeme le cuento:
4 ¿Qué me cuentas?:
Cuánto me alegra tu regreso, y la superación de esos problemas con el micro y los tiempos, oír de nuevo tu voz, envolviéndonos como a niños renovados, con el cuento de José de la Colina. También yo, como tu abuelo, he sido más que ninguna otra cosa un contador de cuentos. Saludos afectuosos, Belkys.
A mí me alegra tu visita, cuando uno se va -un poco, no del todo- simple prevalece la duda de quiénes serán los verdaderos, los leales.
Es una pena, el micro aún no está al cien, pero estamos en eso. Voy a abrir un canal en youtube, la experiencia de contar con toda la expresión corporal añadida es algo que necesito compartir.
Un abrazo, extensivo a toda tu familia.
La vanidad siempre termina mal, la belleza corporal es efímera, el espejo nunca miente.
Me alegra volver a leerte y escucharte.
Un abrazo.
Rafael y la vanidad, ese culto al ego tiene altares estos días. Crecen nuestros hijos inmersos en la imagen, el interior es una quimera
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