18 octubre, 2015

Poesía

Siempre he sentido más poesía en el azadón, que maneja mi abuelo a los 98 años, que en los libros que he leído. La poesía viola la cordura. Lo que sigue lo encontré en una nota de tripavisor, escrita en inglés. El traductor hizo de las suyas:
Los camareros son muy buena persona como el chico de Pizza Hut (excelente "delgada corteza de los alrededores").

15 octubre, 2015

A veces lo cubano...

La pequeña salta, eufórica. Ha descubierto la palabra década. Le digo no serás más mi chiquita, tan cerca de los diez. Creces, los años vuelan. Coloca su mano en la cintura:
Yo no quiero saber nada de la preadolescencia. Seré una niña hasta que me dé la reverenda gana.




07 octubre, 2015

El recuerdo es una fiera

Nélida Piñón cosía sus propios libros. De niña, se identificaba como escritora y le vendía su obra al padre. Yo conté con un padre así, era mi mejor espectador. Si se trataba de lecturas o de cuentos contados a viva voz, él se acostaba en la noche y cerraba los ojos, para imaginar. Sin embargo, mi padre nunca ha querido irme a ver al teatro, ni en ningún espacio donde me he presentado. Su predilección por escucharme, debió influir para que yo confiara mis ecos al camino.
Ahora él se duerme, en silencio. Cuando hablamos por teléfono me dice que recuerda mi voz, que siempre me ve como niña, aquella niña que se hacía la dormida en las mañanas para evitar el desayuno y paladear algún libro, amparada por el mosquitero. Fueron tiempos de Salgari, Verne, Las mil y una noches y el Decamerón. 
En el teatro García Lorca conté El misterio de Eleusis y vuelvo sobre él. Nélida Piñón era una autora, casi desconocida en Cuba y mi novio de aquellos años me dijo: Cuenta algo de humor, deja de contar esas historias raras.
Pero me interesaba la prosa poética, no hacerle de bufón. He vuelto sobre las páginas de Nélida Piñón y he encontrado el esqueleto del cuento, que me acompañó en algunas presentaciones. Pero, me descubro divagando alrededor del texto.  Recuerdo olores de aquellas noches en que salíamos de ensayar. Veo a mi padre, con los ojos cerrados y jamás dormido, antes de que los tonos de mi voz le avisaran del final de alguna historia. Tantas evocaciones me alejan de la necesidad de contar aquel misterio hecho cuento, de Eleusis.
"Dicen que yo elaboro mucho sobre la memoria, pero no es sobre la memoria porque la memoria no existe como la gente imagina, la memoria es un enlace con la invención, la invención no se pone de pie sin los elementos que la memoria le proporciona para que la invención pueda seguir adelante, la memoria traiciona y para ganar una dimensión superior tiene que inventar, la memoria es una invención también, porque la memoria falla, como no se acuerda de todo lo vivido tiene que inventar", declara Nélida Piñón.
Quizás este cuento huye de mí porque el recuerdo es una fiera y porque aquella realidad está tan cerca  siempre y es tramposa. Pongo en letras mis recuerdos y sé que no me traiciona la memoria sobre aquella niña Sherezada, encantando a papá. Sé de una casa pequeñita, donde crecía el anón y los majáes cruzaban raudos los pasillos interiores. Escucho cuando quiero contar, los cascos del caballo que me prestaba el  abuelo Antonio Pulido y corro tras las mariposas del patio, que no es particular, donde no se construye porque al abrir un hoyo de un metro y medio brota agua. La rana se asoma a la ventana y sé que viene a saludar. No, no el recuerdo es una fiera, quizás yo me invento cosas, quizás. Pero...anoche mi madre me escribió un correo.
Dios mío, es que esa casa fue la que me dio voz, la que me hizo lectora; la que siempre ha exhibido grietas, como las arrugas de una digna mujer. De los cimientos salen cangrejos y los chipojos tienen la pañoleta más gallarda que puedas imaginar. Es que esa casita es de cuento y siempre me digo, deja de hablar de otros, ponte a escribir. 
Anoche, mi madre escribió: 
Te cuento,todas las noches pasada las 10 u 11 p.m las perras ladraban y ladraban.  Ya quería saber anoche era pasada doce y media agarro la linterna y allá voy  cuando salgo veo la perra para arriba de la mata de chirimoya y era  !UNA JUTIA! con la luz se quedó tran quilita como quién dice déjame tranquila !ya supe! Dile a las niñas la historia para que se rían.


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