27 mayo, 2013

Publicar...publicar

Pegar un grito en el cerro no es acercarse al sermón de la montaña.Atahualpa Yupanqui
El libro ha sido publicado. Ella observa el espaldarazo que le da su obra, allí paradito en el librero,  apretado que se ve,  minúsculo al lado de Kafka o de Carpentier. Se estruja las manos y piensa en otra novela, esta no, la siguiente sí será monumental y ese espacio de arriba deberá llenarse con títulos y en letra brillante su nombre. Impresos en varios colores, tamaños distintos y tapa dura, ¿podrá? Mientras sueña,  olvidada de este primer libro suyo, ella se ahoga, se tensa, envuelta en su asfixiante vanidad.


22 mayo, 2013

Máscaras

Admiro a las mujeres que se maquillan y siempre me pregunto qué ven sus esposos en realidad...
En viernes, despertaba a las cinco de la mañana.
Sigilosa, retiraba los tubos del cabello. Colocaba la base del maquillaje, después el polvo; luego, el rubor. Corrector para ojeras. Pestañas postizas. Sombra para el encanto del párpado en flor.
Lápiz labial, rojo. Tacones elevador. Jadore aquí y allá.
En viernes, cita en la cocina. Ella lo esperaba vestida solo con el humo del café y él, trompicaba en la escalera, descalzo. Se rascaba la entrepierna, después.  Y recostado en el marco de la puerta, atisbaba, desde el quiebre imposible del tobillo hasta los zarcillos de las orejas y conseguía una melodía asincopada con su respiración. Ella toleraba la animalidad del cortejo, la desfachatez.  El, aislado todavía en su modorra, imaginaba la maleta de artificios que lograba este milagro de viernes.  Oculta detrás de su tintura ella presumía, un viernes a la vez:
No soy tu esposa. Soy Yo...
 

20 mayo, 2013

Preludio a las eras imaginarias

Por eso, busco en la lectura artilugios para romper la máscara impasible...Comparto un fragmento  de Preludio a las eras imaginarias de José Lezama Lima.
"Cualquiera de los asombros que el hombre se niega a aceptar es inferior al del unicornio que bebe en una fuente. Un árbol en el desierto es menos asombroso que el hombre por los arrabales, bajo la lluvia, cubriéndose con un periódico. Todo lo acepta el hombre, menos que es un asombro, un monstruo que lanza preguntas sin respuestas.
 
 Se asombra del incondicionado de la divinidad, pero se niega a aceptar que él es un incondicionado igualmente asombroso. Encuentra en los desarrollos que le rodean un signo causal, pero si se le obliga a creer que él forma parte de esa causalidad mientras duerme, enmudece. La batalla que se libra en su sueño entre el uno y el árbol, lo adormece tan solo para el asombro, pues cree cerrarse en el sueño. El mundo del unicornio bebiendo agua en la fuente tiene su aceptación, pero el hombre se niega a aceptar que él continúa, que él prolonga un incondicionado, que Dios tiene que contestar, o volver a preguntar, para engendrarlo de nuevo en la causalidad misteriosa. No invisible como en la metamorfosis de los griegos, sino en la transparencia, en el fulgor, en que el hombre toma el relámpago de lo incondicionado.
Escultura de Charlotte Yazbek

16 mayo, 2013

Nuevo León: laberinto

A los ancianos de humo y luz, aquellos guerreros conmigo...
Desfigurada por ropa holgada,  viajaba en los transportes colectivos. El DIF y el Consejo para la Cultura de Nuevo León habían aprobado un curso mío y la ilusión de formar Grupos de Cultura con Adultos Mayores me emocionaba. Pero había que irse de la ciudad, en las afueras, en los ejidos  no habían opciones para los abuelos. Llegaba y siempre estaban en la puerta como niños, algunos con bastón esperaban dignos en sus sillas metálicas, tan incómodas que apreciaba yo el esfuerzo de sus asentaderas. Hacíamos ejercicios físicos, dinámicas de integración grupal y luego preparábamos por equipos las distintas manifestaciones artísticas.
 
Yo les hablaba de juventud y de ánimo. Reía mucho con ellos y les contaba cuentos. Fue un laberinto de historias de vida, uno cree en la eternidad afirmada en la palma de la mano, pero la cana siempre da, la cana alcanza.
 
Conservo infinidad de fotos, han pasado varios años. El tiempo hace eternos los recuerdos amables. Ya no están. Mirando hacia atrás sé que no hubo necesidad de mencionar a la muerte, el  ímpetu de juventud se extiende, galopa y corcovea, yo me deleitaba con ellos. Proyectaba con mis entusiasmos un aroma de eternidades. Ellos veían algo en mí y yo...
 
Se presentaron en el Teatro de la Ciudad, en mediodía, teatro lleno de abuelitos, los corridos, las polkas, los cuenteros populares llenaron el lugar. A la salida, estaba la Alcaldesa y algunos de los abuelos le besaron la mano. Unos le pedían una carretera, otros un relleno en algún agujero inútil, por donde ni las bestias podían pasar. Y luego a solas, los regañé:
¡Ustedes no tienen que rogarle a nadie! No tienen que perder su dignidad. El gobierno tiene la obligación de cuidarles, ustedes son parte de su adorno, son razón para que se cuelguen el orgullo de pechera y hablé y hablé y hablé.
Me avergüenza la imagen de aquel día. Con los años viviendo de este lado, he visto la magnitud de mi ceguera. No, no están los gobiernos a disposición. No están los proyectos culturales al servicio de las comunidades. No están lo presupuestos encauzados en el área cultural, fuimos un garbanzo.


Les recuerdo a menudo, no sé si me atreva algún día a regresar. Debe haber un camino de tumbas.
 
Cuando  me abato, cuando me debilito, cuando pierdo el Espíritu Andante,  pienso en aquellos abuelos míos, cada semblante me viene a visitar y volvemos a compartir los jirones del recuerdo, hacemos dinámicas y me siento en casa. Hay días de abandono, aquel álito de juventud se trepa en cada árbol y voy a raz del suelo contando fantasmas. La conmovedora partida de mi suegro, mi abuela ausente y trato de recordar a mis abuelos adoptivos,  gozosos en el baile, en la manualidad, en la narración.

 Veo a Elida, redondilla, allá al final del terraplén gritando adiós con una mano dibujada de raíces y levanto los ojos. Recupero la fe. Cuando uno aprende a vivir sin la caricia de un anciano habrá perdido la inocencia...


07 mayo, 2013

Rapsodia Gourmet l

Toda mi vida he tenido una relación complicada con los alimentos. Por eso aprecio mucho, las comidas compartidas y el paladar perezoso entregado más a la charla que a la degustación. Muriel Barbery en Rapsodia Gourmet, así lo describe.
Toda la vida no lo es más que por la ósmosis de la palabra y porque la primera envuelve a la segunda en su traje de fiesta. Así, casi a mi pesar, las palabras de los amigos improvisados, que nimbaron el almuerzo con una gracia inédita, constituyeron la sustancia de mi festín, y lo que aprecié con tanta alegría fue el verbo y no las viandas.
 

02 mayo, 2013

Libros

"Mis hermanos mayores, cuando yo era pequeño me llevaron a la biblioteca y de ese modo transformaron mi vida. Al cabo de un tiempo encontré allí mi propio camino, y nací dos veces".
Harold Bloom
Un lector experto nace muchas veces, con placer y dolor. Aquella biblioteca de mi escuela primaria quedaba a un kilómetro de casa. El sol de Cuba repasaba mi espalda en el trayecto hasta aquel recinto que dicen fue el albergue de la servidumbre de un dentista. Mi primera visita a la Capilla Alfonsina en México, me llevó a saborear recuerdos cuando leí: Todo el cielo era de añil. Toda la casa, de oro. ¡Cuánto sol se me metía por los ojos!
Solas, la bibliotecaria pecosa, blanca como un fantasma y yo. Solas con aquel mar de libros, navegantes, corsarios y piratas de mis desvelos. Los libros me hablaban al oído con las voces empapeladas de sus habitantes. Tantos libros escalè en aquellos primeros tomos de mi infancia, que crecí distinta a mis amigas, rara para mis compañeros de escuela, diferente y absorta para los varones.
Ya crecida, me sumergí en las letras. En el universo de  jóvenes debí mantenerme a flote y fueron tiempos de lecturas furtivas, autores proscritos y después de la carrera, los escritores famosos mencionaban nombres, novelas, citas y títulos personales conformadores de cada barco personal, de cada salvavidas y yo sentía culpa de no haber soportado aquel camino a Swann. Sentía ganas de retornar a la lectura de aquel francés tan elogiado, hasta con el poema ruso me quería volver a ver; sin embargo, he aprendido que un lector autónomo puede gritar Tierra, donde le venga en ganas...
"Tira mi libro; piensa que ahí sólo hay una de las mil posturas posibles frente a la vida. Busca la tuya." Andre Gide
Ahora leo, sólo aquellos libros puentes que me confrontan o me incitan a seguir. He descubierto en librerías best sellers insoportables para naufragar. He comprado libros de esos que andan allá en el fondo, en perpetua oscuridad y por eso mismo, con luz propia. De vez en cuando me encuentro con alguno de esos con citas en la solapa, con títulos o nombres "que no puedes dejar de leer" y sonrío, amable y acepto mis remos personales, mi libre albedrío y paso ajena al encanto de libros, lectores o mercadotecnia sirenas.
En cada Taller de Lectura, en cada espectáculo hoy intento transmitir esa libertad única del buen lector. No se lee en las primarias porque el remo no tiene un ritmo personal. Hay títulos obligados, autores endilgados, temas pensados por encargo y sigo con el sol a mis espaldas "como perrito faldero". Sé que si abro un libro, puedo prescindir de los vigías, porque la lectura tiene voluntad generosa y carece de grilletes

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