A los ancianos de humo y luz, aquellos guerreros conmigo...
Desfigurada por ropa holgada, viajaba en los transportes colectivos. El DIF y el Consejo para la Cultura de Nuevo León habían aprobado un curso mío y la ilusión de formar Grupos de Cultura con Adultos Mayores me emocionaba. Pero había que irse de la ciudad, en las afueras, en los ejidos no habían opciones para los abuelos. Llegaba y siempre estaban en la puerta como niños, algunos con bastón esperaban dignos en sus sillas metálicas, tan incómodas que apreciaba yo el esfuerzo de sus asentaderas. Hacíamos ejercicios físicos, dinámicas de integración grupal y luego preparábamos por equipos las distintas manifestaciones artísticas.
Desfigurada por ropa holgada, viajaba en los transportes colectivos. El DIF y el Consejo para la Cultura de Nuevo León habían aprobado un curso mío y la ilusión de formar Grupos de Cultura con Adultos Mayores me emocionaba. Pero había que irse de la ciudad, en las afueras, en los ejidos no habían opciones para los abuelos. Llegaba y siempre estaban en la puerta como niños, algunos con bastón esperaban dignos en sus sillas metálicas, tan incómodas que apreciaba yo el esfuerzo de sus asentaderas. Hacíamos ejercicios físicos, dinámicas de integración grupal y luego preparábamos por equipos las distintas manifestaciones artísticas.
Yo les hablaba de juventud y de ánimo. Reía mucho con ellos y les contaba cuentos. Fue un laberinto de historias de vida, uno cree en la eternidad afirmada en la palma de la mano, pero la cana siempre da, la cana alcanza.
Conservo infinidad de fotos, han pasado varios años. El tiempo hace eternos los recuerdos amables. Ya no están. Mirando hacia atrás sé que no hubo necesidad de mencionar a la muerte, el ímpetu de juventud se extiende, galopa y corcovea, yo me deleitaba con ellos. Proyectaba con mis entusiasmos un aroma de eternidades. Ellos veían algo en mí y yo...
Se presentaron en el Teatro de la Ciudad, en mediodía, teatro lleno de abuelitos, los corridos, las polkas, los cuenteros populares llenaron el lugar. A la salida, estaba la Alcaldesa y algunos de los abuelos le besaron la mano. Unos le pedían una carretera, otros un relleno en algún agujero inútil, por donde ni las bestias podían pasar. Y luego a solas, los regañé:
¡Ustedes no tienen que rogarle a nadie! No tienen que perder su dignidad. El gobierno tiene la obligación de cuidarles, ustedes son parte de su adorno, son razón para que se cuelguen el orgullo de pechera y hablé y hablé y hablé.
Me avergüenza la imagen de aquel día. Con los años viviendo de este lado, he visto la magnitud de mi ceguera. No, no están los gobiernos a disposición. No están los proyectos culturales al servicio de las comunidades. No están lo presupuestos encauzados en el área cultural, fuimos un garbanzo.
Cuando me abato, cuando me debilito, cuando pierdo el Espíritu Andante, pienso en aquellos abuelos míos, cada semblante me viene a visitar y volvemos a compartir los jirones del recuerdo, hacemos dinámicas y me siento en casa. Hay días de abandono, aquel álito de juventud se trepa en cada árbol y voy a raz del suelo contando fantasmas. La conmovedora partida de mi suegro, mi abuela ausente y trato de recordar a mis abuelos adoptivos, gozosos en el baile, en la manualidad, en la narración.
Veo a Elida, redondilla, allá al final del terraplén gritando adiós con una mano dibujada de raíces y levanto los ojos. Recupero la fe. Cuando uno aprende a vivir sin la caricia de un anciano habrá perdido la inocencia...
Veo a Elida, redondilla, allá al final del terraplén gritando adiós con una mano dibujada de raíces y levanto los ojos. Recupero la fe. Cuando uno aprende a vivir sin la caricia de un anciano habrá perdido la inocencia...
8 ¿Qué me cuentas?:
Hola, Belkys:
Tu entrada me ha conmovido, me ha hecho suspirar y hasta me ha arrancado una lágrima, tus palabras emanan de un alma noble que prodiga amor y ternura.
Un abrazo.
Rafael, se habla mucho del pasado y de ir dejando atrás, pero yo no puedo. Se lo digo con toda sinceridad, hay personas que van sirviendo de trampolín, quienes con los brazos van tejiendo caminos para otros y yo ascendí con ellos. No hubiera podido si no latieran juntos ánimos solidarios y hoy voy con ellos, también. Le agradezco su comentario, sé que quien canta y escribe tiene el corazón por fuera, como usted.
Haces bien en recuperar la fe, el texto mantiene tu Espíritu Andante bien vivo.
Abrazos.
Qué sublime historia, Belkys.
Me adhiero a las palabras que dice más arriba Rafael.
No cualquiera tiene tu estirpe y tu bondad, amiga.
Abrazo.
wow!! que bello belkys, que sería de nosotros sin esos abuelos llenos de experiencia, con esa edad a los que mucho asusta,pero que no deja de ser una bendición, acumular tanta juventud!!
ojala vuelvas un dia otra vez a monterrey.
saludos belkys.
Toni hay que seguir por quienes nos enseñaron a caminar también en barro. Hay que seguir por la magia de saber qué salto dar hoy mismo
Esteban es muy querido su comentario, le agradezco su presencia por acá y creáme que estos recuerdos conforman una parte muy personal y todavía vívida. Me recomiendan escribir un libro de aquella experiencia, pero creo que lo más importante ya está dicho.
Géminis, por acá estás y yo ni sabía de ti y ya son varios de los que no sé por allá, en tu tierra única. Un espacio de vida en los que entendí que la aspereza del Norte de tus país, no está en la gente. Un abrazo inmenso y bendiciones para tu proyecto de vida.
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