31 agosto, 2011

Fotos de Cuba

También en La Habana el atardecer es memorable: el aire ahí no se ensancha tanto como se ahonda, entreabriendo camino, como para unas alas, hacia el fondo mismo del cielo, en cuyas nubes o, mejor, en cuyos celajes, vibran los colores ensordecidos. La silueta de la ciudad entonces, al ahondarse de tal modo el aire sobre ella, parece descansar, igual que la superficie de un agua quieta, bajo la maravilla de su cielo.
Luis Cernuda, Aire de La Habana 1952.

30 agosto, 2011

Inocencia

Niña tiene al viento en los oídos. Grita la madre ¡A comer, pinche escuincla!
No sabe que va llena de ternezas.
Fotografía cortesía de JMR

28 agosto, 2011

México está de luto

El que habla de una cosa mala que hizo y reflexiona sobre ella, recuerda la vileza que perpetró, y uno está atrapado dentro de lo que recuerda, con toda el alma totalmente atrapada en lo que recuerda, y así está atrapado en la vileza. Y seguramente, no podrá cambiar, porque se hará tosco de espíritu y su corazón se corromperá, y además de esto, se apoderará de él un humor triste. ¿qué querías? Revolved inmundicia de esta o de aquella manera y sigue siendo inmundicia. Haber pecado o no haber pecado ¿de qué nos va a valer en el cielo? Durante el tiempo en que estoy cavilando sobre esto, podría estar ensartando perlas para alegría del cielo. Por eso está escrito: Apártate del mal y haz el bien. apártate por completo del mal, no te demores en su camino, y haz el bien. ¿Has obrado mal? Compénsalo, pues, obrando bien.
Isaac Meier de Ger. Chatah, del Antiguo Testamento, que suele traducirse por "pecado", significa errar




26 agosto, 2011

¿Por qué?

Monterrey albergó doce años de mi vida profesional en México. Me encanta todo Nuevo León, recorrí casi completamente el Estado, vi sus secas y sus aguas. Las Grutas de García y el pan de horno de Bustamante, entre otros secretos revelados. Todos los recuerdos y visiones están tatuados en mí . Nunca supe que allí echaría raíces, porque allí se quedó un pedazo, como otro está en Cuba.
En Nuevo León supe de gente directa, con enorme interés por las opciones culturales. Aprecié un Consejo Cultural que vigilaba los intereses de las colonias populares y con seriedad dedicaba muchos recursos para hacer crecer lo particular de cada comunidad. Eso es raro en México, lo reconozco hoy.
Mi madre no quería que me moviera de allí, me sentía segura según ella, resguardada. Yo sabía que muchos milagros debía agradecer en aquella ciudad, pero de algo estaba segura: allí en todos los entornos sociales prevalecía la gente buena.
Cuando leo en las noticias sobre los incidentes del último año, cuando todos en el país estamos sobresaltados por esta ola de terror, recuerdo aquellos tiempos en que caminábamos dos o tres a la una de la madrugada, por Gonzalitos abajo, por la Coyotera. El Barrio Antiguo con las Capellas, Marta y Deisy Baró, por quienes dejé las lágrimas en cada regreso. La música cubana inundando el Barrio Antiguo y la gente como en familia, jovial.
¿Qué es de esa región de hombres bien plantados?¿Dónde se ha hundido el corazón de Nuevo León?

25 agosto, 2011

Biutiful ll

Cualquier parecido con la realidad, es casi pura coincidencia...
En la nube se tejen telarañas. Algunos pueden traspasarlas y otros se inmolan, allí. Los comentarios más llamativos eran los de Eco, Paulina Gómez, Milagrosa y el Coco. Nadie usaba la identidad verdadera, aunque todos compartían la voz, como si sus archivos de audio reafirmaran timbres y acentos conocidos. Como si en cada podcast reafirmaran su identidad.
Con Matojo fue distinto, subía música, entrevistas radiales, pero ni un atisbo agudo o grave. La naturaleza de sus comentarios delataba una sensibilidad inusual. Espantado y quizás, respetuoso guardó distancia cuando Milagrosa le dirigió un correo personal. Decía más o menos:
Silenciosa complicidad, eres un ángel.
Y aunque la vida cimentaba descalabros, no reconoció la zancadilla. Esperó cuatro o cinco días sin respuestas.
Ignoro el porqué de tu silencio. ¿Hostilidad?
Pasada la semana, Milagrosa lo borró de sus contactos. Había aprendido a olvidar, dejaba atrás alacranes, mosquitos; en capullos encobijados, sin recuerdos, pero:
Me halaga usted, no tengo ánimo ni tiempo para ofrecerle la amistad que usted me da.
Milagrosa repasó, obsesiva, aquella sentencia y se dio permiso para callar. A este le siguieron varios mensajes breves, intercambiaron dos o tres párrafos después y con la llegada del fin de año confesaron intimidades: hijos, familia en el otro país; esposo ella. Esposa, él.
"Mi mujer es mi reliquia, nuestro intercambio me deja culpa". Ý le enviaba una foto de él, en primer plano. Al día siguiente, otra de la esposa, solita y la Milagrosa halagó a la feliz pareja, por separado.
Cuando el silencio llegó de nuevo. Milagrosa respetó la ausencia y cuando ya lo daba por desaparecido, encontró un mensaje a las puertas del spam.
He estado buscando trabajo. Huyendo de todo y de mí.
Milagrosa empática, ingenua, quería contestarle de inmediato, hablarle de sus tiempos malos, le escribiría un pergamino, pero después "voy al cine con mi esposo, más tarde regreso por acá"
Y Biutiful...
Escribiría en la noche, en un desboque total: Te vi allí. Desgarrado como el personaje. En la distancia con los hijos, en el malvivir ...
Matojo leyó varias veces la oración: Perdido en las calles, sin asidero. Encendió un cigarro. Deseaba una ventana, ventana que en su minúsculo cuarto no hay. Había bateado con artilugios a la Milagrosa, ahora se pasó. Sentía repugnancia de esa mujer estúpida, su inútil vida perfecta, el ego volando en picada, se pasó. ¡Hija de P...!
Alisó el cabello sobre las orejas y como siempre hacía antes de escribir, se quitó la ropa. Necesitaba un hasta aquí, un escarmiento. Le iba a cerrar la boca con un correito inmediato, por desgracia no podía desgreñarla de una vez. Jamás le iba a confesar que Matojo no era un ángel, ni caído. Estuvo a punto de contarle, pero mira esto en lo que paró. Matojo no es un hombre, mijita, ahora dime ¿qué?
No valdría la pena, ay, Naíma, ¿para qué? Y se le ocurrió una idea, hundió la colilla en la palanganita que hacía las veces de fregadero:
SOY LA ESPOSA DE MATOJO ¡SINVERGUENZA! ¡YA DEJANOS EN PAZ
Respira, liberada. Mira al techo. Cierra los ojos y se queda quieta, se hunde como la colilla, en el fondo de un improvisado pedazo de mar.

24 agosto, 2011

Biutiful

Comparad@ con el personaje de Javier Barden...escupió una ofensa. La llamó ¡sinvergüenza!, a través de él...Ella
Renunció al intercambio de emails, silencio... definitivo. Había descubierto la mascarada, como la nube transmuta de matojo a calabaza, ...era ella donde presumía un "El".
¿Cuántas identidades disfrazadas?¿Sabes quién se esconde detrás de cada avatar?¿Cuánto expones de ti en el precipicio?.............................

18 agosto, 2011

Havanastation a cada quien su vuelo




Escrito a medianoche, como en delirio. Cuando eso pasa, no reviso. Quizás para esta hora, ha ocurrido un nacimiento. Lo dejo así, en realidad es como un abrazo de lejos, colectivo.
Oí, medio veía Havanastation mientras organizaba un librero. Predispuesta había decidido escucharla, no tenía nostalgia de caras, ni de barrios y no quería mirar, por si acaso. Pero, la película me atrapó con la historia de dos niños, de la Cuba de hoy.  Vi a mis primos, los hijos de mis amigas de la cuadra, me vi allí.
Estudié mi primaria, con Ilsa Téllez, la hermana de Imilsis Téllez, una estrella del voleibol femenino en Cuba. Conocí los chicles por Ilsa y los compartíamos con naturalidad, saliva a saliva. Por Ilsa casi me voy a una escuela de deportes y vi los primeros tenis buenos, buenos. Los que nunca tuve, los que no envidié porque Ilsa sabía portarlo todo, con naturalidad. Visité su casita, varias veces, me sorprendían los adornos y lo pequeñita, pensaba que una mujer como su hermana debía vivir en una casa enorme y colorida. Pero no era así. Ilsa se veía diferente, pero yo no sabía por qué. Era tan niña como yo y una estudiante brillante. Hace poco salió en el periódico, cualquier cosa que haga lo hará de corazón.
Esta película me ha dejado pensando. Uno regresa allá, después de trabajar y lleno de pacotilla cambia el entorno inmediato. Algunos llevan y venden; otros, reparten. Viajar muchos lo ven como un pequeño privilegio, pocos saben de avatares y penurias, pero esa es otra historia que esta película no llega a contar. El asunto es el chiquillo con play station, el hijo del jazzista. El otro lado es el chiquillo marginal, de barrio adentro, de calle arriba y sin rampa abajo.
Uno puede elegir con la tecnología algo de avance, el nintendo, el play station, allá. Habrá alguien que te lo preste o te lo alquile. Seguro sale un amigo o un familiar que te comparte y tú vivirás queriendo procurarte esa mierda, al fin innecesaria que te entretiene o adorna, aquí o allá. Lo único que sobra en Cuba y no tengo aquí es el barrio. La Edilia de los licuados de guayaba, la Clara que me ofrecía lavarme la ropa para que yo pudiera cuidar de mis padres en el hospital. La Idalmis que despertó al marido para correr con mi niña. La Magalys doctora que despertó a Barbara, la pediatra, que dejó su migraña para curar a mi bebé. El Aníbal que fue a la URSS cuando URSS era y regresó con mejores discos para enseñarme de música clásica, el padre de una de mis mejores amigas hoy. La Ana que se ha ido quedando muda, según se fueron sus hijos en balsa, en bombo, pero sin volver más. La Lube de los tejidos, el Neno de las décimas, Inés con su eterna amistad. Al que no me pudo ver en años, porque era militar y yo viajaba ¿y eso qué? Nos vimos después de cuatro años como si el tiempo se hubiera engominado. William con su taxi, y su sonrisa de negro bueno, que hay negros que se ríen con mucho blanco de bondad.
En septiembre harán 18 años que vine a México por primera vez, desde entonces, pude cargar poquito o mucho para los míos, sin embargo, la pintura se cae, las grietas cruzan las paredes, el patio ha parido varias cosechas. Padres y abuelos se van acostumbrando al molde establecido, al surco de las piedras en la acera, al agua verde corriendo por allí. En 18 años ha cambiado la fachada de varias casas, la condición de algunos vecinos. el barrio renunció obligado a su mangar y adoptó varios edificios, atascados de orientales. Los vecinos, en su mayoría allí han quedado, al nivel del piso, en una microzona de solidaridad. Hoy me ha conmovido esta película. Pienso en el amigo casi perdido, porque no pensamos igual. Pienso en los cubanos que detesto aquí y allá, por manipuladores, por extremistas, por empujar sin darse golpe. Me voy a buscar aire visitando algunos sobrenombres,  avatares. Pienso en los pocos cubanos con los que me he podido comunicar, con quienes no siempre estoy de acuerdo, como vecinos en Cuba, compartiendo en la distancia discusiones, libros y la pizca de azúcar, el aroma mañanero del café: Charlenne, FerminaIgnacio que verá pronto a sus bebés,  Michell y su familia, en otros que están en la blogósfera, pero son innombrables. Pienso en quienes piensan por mí. En la pandillita, del perro en mano, como en la película, grupito que se cree el dueño de la nube.  Miro el árbol abierto a la nueva noche, en mi ventana, tengo calor.  Pienso en el vecino que balacearon, aquí,  en febrero, en su mujer llorando sola en plena calle. Recuerdo un toque de tambor en la sala de mi abuela, toque murmullo. Eres hija de Olokun, mija, tú eres dueña del azul y me sacudo. Le pido al Amor que Amor es, le pido al Espíritu que yace en mí,  por mi familia en Cuba y las familias de todas las personas como yo que no olvidan la chiringa, aunque puedan empinar un coronel.
Para todos los amigos de otros países, va esta letra de Silvio Rodríguez, porque sé que el delirio anterior pudiera parecer encriptado.
El papalote (o El papalote se fue a bolina)

(Silvio Rodríguez)

Será por tu vivienda,
hecha de ruinas y de misterios;
porque rompías la roca
para ganarte un par de medios;
o por tus tirapiedras,
los más famosos de La Loma,
con la mejor horqueta
de la guayaba y duras gomas.
Será por todo esto
que mi memoria se empina a ratos
como tus papalotes,
los invencibles, los más baratos;
y te levanta en peso,
Narciso el Mocho, para ponerte
junto a los elegidos,
los que no caben en la muerte.
El papalote
cae, cae, cae, cae, cae.
El papalote
cae, cae, cae, cae, cae.
Se va a bolina la imaginación.
Buena cuchilla la picó.
Una vez de tus manos
un “coronel” salió brillando.
Qué pájaro perfecto:
cuántos colores, qué lindo canto.
Ninguno de nosotros
iba a volarlo, ya se sabía:
era un encargo caro
del que mandaba, del que tenía.
Llevabas en el puño
aquel dinero de la tristeza;
dinero de aguardiente
de “El Sol de Cuba”, de la cerveza;
y te seguimos todos
a celebrarlo, sucios y locos:
para ti “Carta Oro”
y caramelos para nosotros.
La gente te chiflaba
cuando en la tarde subías borracho;
tú contestabas piedras
y maldiciones a tus muchachos.
Eras el personaje
de los trajines de tu pueblo;
eras para la gracia;
eras un viejo; eras negro.
Una noche el respeto
bajó y te puso bella corona
—respeto de mortales
que, muerto, al fin te hizo persona—.
Pobre del que pensó
—pobre de toda aquella gente—,
que el día más importante
de tu existencia fue el de tu muerte.

Papalote: volantín, cometa.

La Loma: barrio de San Antonio de los Baños.

Irse a bolina: caída en tirabuzones que sufre el papalote vencido en los torneos entre cometas en los que se añade una cuchilla a la cola de los papalotes para intentar cortar el vuelo de los adversarios.

Coronel: papalote grande.

El Sol de Cuba: bodegón del barrio La Loma.

Carta Oro: marca de ron cubano.
(1972)

16 agosto, 2011

Ay...ya

El  gritó: ¡No me dejes!
Pero ni rastro dejó aquella hombría, alada…

11 agosto, 2011

Gritos




Ella,  sentada sobre el tronco seco, parecía una rama torcida. El tiraba piedritas al río espantando nada. Ella le preguntaba al árbol sobre su historia de amor con pájaros y nubes, cuando él se  acercó, taimado y le echó el río sobre los hombros.  Desde ese día,  vaga una criatura, busca un nombre, maldice al que se metió en su cuerpo con murmullo de ramas y  de agua.

07 agosto, 2011

Futil naturaleza

Allí estaban, en provocación. Verdadero escándalo. Inmóviles parecían burlarse de todas las contorsiones, las murumacas, las posiciones... pero tenían caritas arrobadas. ¿Eso es porquería? ¡Cuánto líquido tornasol! Lentos llegaban al éxtasis, levantadas las antenas contravenían las normas de la pareja. El día volando en picada… inútil matrimonio, voyerista en el jardín. Dilapida en caracoles, techo y cama para el amor.

05 agosto, 2011

Fragmento de La eternidad por fin comienza un lunes

Los libros nos siguen por el camino. Hay días de páginas acompañantes; otros, de lectores levantando un circo, un hombre en solitario, un pedazo de vida ajena, eternizada. En otras ocasiones hay libros caricia o libros uña y uno se deja arañar el cuerpo y la tinta hace surcos sempiternos. Por fin... que el libro se eterniza un lunes o un día cualquiera, porque elegiste dejarte poseer.
De Eliseo Alberto Diego, un fragmento de su novela La eternidad por fin comienza un lunes

03 agosto, 2011

Halos de lectura: Eliseo Alberto

Escribí esto hace más de un año. Como aún me empeño en promover lecturas les comparto.

El primero de abril, el Excélsior estampa en titulares: No habrá más libros de García Márquez. Una agente literaria asegura: "Creo que Gabo no volverá a escribir nunca más”. Donde ella dice “es posible” alguien sentencia: Es.
El estimuló en muchos escritores latinoamericanos una oportunidad creadora. La eternidad por fin comienza un lunes, de su amigo cubano Eliseo A. Diego, publicada en el 1992, pareciera retomar aquellos surcos del Realismo Mágico, la forma de expresar una realidad cambia porque interpretamos más allá de lo que se ve.
Leí antes Informe contra mí mismo y Caracol Beach. Ambas muy distantes de esta novela. “Vengo de esa familia de locos donde se decía que los que no servían para la música, ni el circo lo mejor que podían hacer era dedicarse a la literatura”, ha comentado el autor en alguna entrevista y en ese ambiente se desarrolla “La eternidad…”
Un circo donde se incluye “la historia de los hombres sin historia”. Un domador que perdió el nombre en una apuesta de gallos. Anabelle la equilibrista “su gran pena era que tenía trastocados los recuerdos”. “La abuela polaca predijo que no le faltarían sustos en la vida antes de conocer el susto supremo de la felicidad”. Póstumo Bramante, el domador obsesionado con el idioma, quien después de perder un buen amor siguió vivo “gracias a la inercia de la apatía”. Caifás, el enano despreciable que aborrecía toda manifestación de gozo, se cambió el nombre “cuando decidió que el cuerpo que habitaba no era más que el depósito mierdero de su alma”. Los artistas del circo Cinco Estrellas cargan un fardo en el alma, lleno de soledades, historias truncas, adversidad y desesperanza, pero en voz de Asdrúbal, el mago, leemos la sentecia retadora para el lector: “Recuerda que el arte verdadero sólo se logra desde las dos grandes penas del hombre: el amor o el odio”.
Una novela diferente, ajena al entronamiento de “la rabia, la envidia o el remordimiento”... melancolía, taquicardia, miocardio, vocablos que Eliseo debió escribir en exaltación vivaz o enamorado, por eso Bebé, la mujer barbuda nos acaricia sin reparos en el género, “muy hombre para ser hembra y muy hembra para ser hombre”. Una mujer que llora por las mamas y sabe por cada poro “como se palpa el dolor”.
Hay muchas alusiones a personajes famosos, es como un guiño del autor. Desfilan fantasmagóricos, participan en algún evento singular o cotidiano: Isadora Duncan, Tina Modotti, María Zambrano, Lumiere, Capablanca, Horacio Quiroga y otros cruzando sus destinos donde los innombrables se crecen ante el infortunio o el desamor. Los invisibles, los desarraigados, los comunes dejan de serlo para diseñar un viraje en sus destinos. El autor es encarnado en el papel por Pascual, el poeta, el público. Se define como cubano, un cubano errante, un prófugo de la injusticia…
Es el poeta al que le lloran las manos, quien nos revela el origen verdadero que dio título a la novela:
“Un domingo el viejo Eliseo y yo almorzamos juntos en Villa Berta, viendo pasar los trenes. Fue él quien lo dijo: La eternidad por fin comienza un lunes, al día siguiente doy el nombre tuyo y con la punta del cigarro escribo, en plena oscuridad, aquí he vivido…”
Tardé un mes y medio en leer la novela, me pregunté varias noches al declinar su lectura ¿por qué no? Cuando la terminé obtuve la respuesta, ya no creemos en el amor. La historia de los desangelados a nadie le importa y estamos más pendientes del desarraigo propio, más conscientes de nuestros naufragios individuales y preferimos el descreimiento si alguien nos convoca a través de palabras idas como amantes y eternidad. Cuando un escritor nos ofrece el acto maravilloso de un mago, tiene que haber un mago, puesto que hay trampa porque ya no creemos en eso de Corazón a Corazón, pero Asdrúbal ese mago, sin atractivo físico, pasado de los cincuenta si “decía a viva voz un conjuro de amor, lograba el prodigio”…
He releído algunos fragmentos, voyerista miro por la página entornada “pero ellos siguieron besándose y desvistiéndose sin importarles otra cosa que no fuese desnudar por completo el amor”. Cuando nos enfrentamos, detenidos al acto creativo, poético de esta novela tenemos mucho por decir, sería infinito el análisis y por eso me he detenido en vuelo apresurado en algunos personajes. Me veo un poco en ellos, incluso veo a cada cubano desperdigado por ahí en tantas geografías distintas, esperando, alimentando la esperanza y me creo el vaticinio y lo clamo en reverente invitación para leer: “La eternidad por fin comienza un lunes o El grande viaje del cisne negro sobre los lagos de hielo de Irlanda”.



01 agosto, 2011

Lichi

Publiqué esto,  a propósito de varios blogs cubanos que juzgaban el regreso de Eliseo Alberto. Su viaje a la Habana causó polémica, he buscado en algunos de los espacios donde supe de aquellos comentarios ácidos, pero no he encontrado residuos, quizás es la risa de Lichi quien hoy los calla o su despedida, en definitiva uno vive como quiere, pero la muerte se llevó a su padre, a su hermano y a él, en el mismo lugar.

Me he quedado helada, no sabía. Bueno del huitlacoche sí, pero acabo de leer que Eliseo Alberto está de regreso en la Habana, después de dos décadas en el exilio. Me gusta leerle, lo he dicho, Inventario sobre mí mismo, resultó una lectura esclarecedora. Después Caracol Beach, inquietante, identificada con algunos delirios y por último, La eternidad por fin comienza un lunes de la cual hablé en alguna entrada del año pasado.
Este hombre, hijo de Eliseo Diego de quien he cargado a todos lados historias y poemas, está enfermo y se enfrenta a la isla, devorada por los fantasmas: "la isla es casi la misma, pero sin amigos. Todo el mundo ha muerto o vive en el exilio".
Según el Excelsior, volver a Cuba para algunos de sus allegados es una traición. Está enfermo, necesita un transplante de riñón, le practican diálisis, convive con una de sus hijas, su hermana y pocos conocidos. Regresa a Cuba en busca de un donante y dice que no le importa la opinión ajena, sabe lo delicada de su situación. Mientras escribe una novela cómica, envuelto en esos parajes raros que la enfermedad dispone, dentro del dolor la autoconmiseración es desterrada y el creador se dispone a disfrutar en carcajada la poca vida.
Espera también la presentación de Esther en alguna parte, que será en Cuba: "Yo creo que nadie irá a la presentación, pero no importa, será interesante saber qué se siente publicar de nuevo aquí". Y extraña México, parece que el exilio nos cobija con una segunda piel, cuando regresas entiendes que ya no hay cabida, o quizás sí, visitando tumbas y recuerdos.
Así que Lichi, como le llaman sus amigos, ha caído en el embrujo del maíz y sus parásitos:
"Quiero una quesadilla de huitlacoche. No quiero que me gane mi natural pesimismo, esta es mi casa, pero extraño México", se manifiesta y yo que no soy nadie, le deseo salud. A mí no me importa si la gente se va o regresa, creo en la libertad individual y le deseo mucha vida para convertirla en libros, de esos que parecen catalejos mirando de lejos a la Bahía de la Habana. Da lo mismo del lado que la sufres, la isla irá contigo como un velo de novia. Y quien pueda revivirla en obra sabrá de qué lado se inventa un  tocororo.
COMIENZA UN LUNES

La eternidad por fin comienza un lunes

y el día siguiente apenas tiene nombre

y el otro es el oscuro, al abolido.

Y en él se apagan todos los murmullos

y aquel rostro que amábamos se esfuma

y en vano es ya la espera, nadie viene.

La eternidad ignora las costumbres,

le da lo mismo rojo que azul tierno,

se inclina al gris, al humo, a la ceniza.

Nombre y fecha tú grabas en un mármol,

los roza displicente con el hombro,

ni un montoncillo de amargura deja.

Y sin embargo, ves, me aferro al lunes

y al día siguiente doy el nombre tuyo

y con la punta del cigarro escribo

en plena oscuridad: aquí he vivido.

Eliseo Diego



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