25 agosto, 2011

Biutiful ll

Cualquier parecido con la realidad, es casi pura coincidencia...
En la nube se tejen telarañas. Algunos pueden traspasarlas y otros se inmolan, allí. Los comentarios más llamativos eran los de Eco, Paulina Gómez, Milagrosa y el Coco. Nadie usaba la identidad verdadera, aunque todos compartían la voz, como si sus archivos de audio reafirmaran timbres y acentos conocidos. Como si en cada podcast reafirmaran su identidad.
Con Matojo fue distinto, subía música, entrevistas radiales, pero ni un atisbo agudo o grave. La naturaleza de sus comentarios delataba una sensibilidad inusual. Espantado y quizás, respetuoso guardó distancia cuando Milagrosa le dirigió un correo personal. Decía más o menos:
Silenciosa complicidad, eres un ángel.
Y aunque la vida cimentaba descalabros, no reconoció la zancadilla. Esperó cuatro o cinco días sin respuestas.
Ignoro el porqué de tu silencio. ¿Hostilidad?
Pasada la semana, Milagrosa lo borró de sus contactos. Había aprendido a olvidar, dejaba atrás alacranes, mosquitos; en capullos encobijados, sin recuerdos, pero:
Me halaga usted, no tengo ánimo ni tiempo para ofrecerle la amistad que usted me da.
Milagrosa repasó, obsesiva, aquella sentencia y se dio permiso para callar. A este le siguieron varios mensajes breves, intercambiaron dos o tres párrafos después y con la llegada del fin de año confesaron intimidades: hijos, familia en el otro país; esposo ella. Esposa, él.
"Mi mujer es mi reliquia, nuestro intercambio me deja culpa". Ý le enviaba una foto de él, en primer plano. Al día siguiente, otra de la esposa, solita y la Milagrosa halagó a la feliz pareja, por separado.
Cuando el silencio llegó de nuevo. Milagrosa respetó la ausencia y cuando ya lo daba por desaparecido, encontró un mensaje a las puertas del spam.
He estado buscando trabajo. Huyendo de todo y de mí.
Milagrosa empática, ingenua, quería contestarle de inmediato, hablarle de sus tiempos malos, le escribiría un pergamino, pero después "voy al cine con mi esposo, más tarde regreso por acá"
Y Biutiful...
Escribiría en la noche, en un desboque total: Te vi allí. Desgarrado como el personaje. En la distancia con los hijos, en el malvivir ...
Matojo leyó varias veces la oración: Perdido en las calles, sin asidero. Encendió un cigarro. Deseaba una ventana, ventana que en su minúsculo cuarto no hay. Había bateado con artilugios a la Milagrosa, ahora se pasó. Sentía repugnancia de esa mujer estúpida, su inútil vida perfecta, el ego volando en picada, se pasó. ¡Hija de P...!
Alisó el cabello sobre las orejas y como siempre hacía antes de escribir, se quitó la ropa. Necesitaba un hasta aquí, un escarmiento. Le iba a cerrar la boca con un correito inmediato, por desgracia no podía desgreñarla de una vez. Jamás le iba a confesar que Matojo no era un ángel, ni caído. Estuvo a punto de contarle, pero mira esto en lo que paró. Matojo no es un hombre, mijita, ahora dime ¿qué?
No valdría la pena, ay, Naíma, ¿para qué? Y se le ocurrió una idea, hundió la colilla en la palanganita que hacía las veces de fregadero:
SOY LA ESPOSA DE MATOJO ¡SINVERGUENZA! ¡YA DEJANOS EN PAZ
Respira, liberada. Mira al techo. Cierra los ojos y se queda quieta, se hunde como la colilla, en el fondo de un improvisado pedazo de mar.

5 ¿Qué me cuentas?:

Fango dijo...

La falsedad está tan cercana a la verdad que el hombre prudente no debe situarse en terreno resbaladizo.

Marco Tulio Cicerón

José Antonio del Pozo dijo...

el germen precioso de una maravillosa novela. Avanti, Belkys, porque tú le acaricias a las palabras.
Saludos blogueros

Belkys Pulido dijo...

FAngo, las distancias a veces nos regresan un poco de aquella ingenuidad primera. El terreno resbaladizo es una posibilidad, lo terrible es el pantano ante la piedra, la piedra ante el pie y las auro tiñosas sobrevolando arriba, anticipando el final.

entierrafirme dijo...

Me gustó mucho esta entrada. Me tuviste en jaque todo el tiempo. Sigo escuchando tu voz mientras leo. Un abrazo

Belkys Pulido dijo...

Ya voy a colgar algo por ahí, tengo una deuda arrastrando más que una piedra de esas de presidiarios. El tiempo es el lío ahora. TE voy a dedicar algo en voz alta, una lecturita de por allá y ya eres mi segunda promesa

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