En Milenio escribe, mi brujo de la tribu. El que sin
formol, vivito y coleando sonríe ante el guión tecleado al lado del 1934. Así
1934- tamaña vergüenza. Los escritores no tienen fecha de caducidad.
Alguien se cree eterno o condenado. Todos lo estamos de
alguna forma, condenados digo, porque eternos sólo en obra, buena o mala, pero
hoy en día las crónicas y las primeras planas van pateando la lata de lo inmediato
con la mala fama de alguien, la deslealtad, la vileza. Los medios no reparan en
mi predilección por José de la Colina, nacido en Santander en 1934 y depositado
en México por algún ángel de la escritura, la dedicación y la eternidad; esa
que garantizan los libros y la creación de alguien lleno de cine, de ensayos y
cuentos cortos.
A José de la Colina le pedí alguna vez un cuento, él no
lo debe recordar. Aprecio que he aprendido con su lectura, pero más viendo sus
entrevistas. Nació en marzo, como yo. Hoy se dedican más a los
muertos y los tabloides, la televisión, las instituciones reviven a Octavio Paz incluso se olvidan
del genio indiscutible de Salvador Elizondo, van por Paz que definió a Don José
como "Un autor singular: su prosa es una
de las mejores de México”.
Poco consigo en librerías de la obra que lo define. Leo
como robando, intento no violentar el gusto de ambos por el silencio. Ha
escrito en su columna del Milenio, ese afán ruidoso del México actual. El silencio medieval, más los rumores de la
naturaleza, debió ser como una deliciosa música. Una música que los civilizados
estamos asesinando”.
Quiero regalarles una lectura en voz alta de sus cuentos,
no tengo comunicación con él, ni permiso le he pedido, pero sé que lo aprobará
si escuchara; porque en ese fuego primigenio estamos todos. Unidos alrededor de
la hoguera, aupados por el fuego y
la voz…el silencio que hoy, le agradece al escritor su latido en
obra, lo bendice y lo adorna.
Larga vida, José de la Colina, todo narrador oral cuenta
con usted. Conjure a los guiones para construir la eternidad de un silencio
a voces.
4 ¿Qué me cuentas?:
Los silencios a voces...son los mejores. resultan más sonoros que altavoces.
Abrazo.
Un saludo con cariño desde mi tierra querida, porque un amigo sincero aunque ausente nunca olvida.
Abrazos.
Esteban, es un honor leerle y un gusto poderle comentar que estamos de vuelta. No con la celeridad que deseo, pero con nuevas perspectivas. Se ha negado la tecnología, no me funciona lo de antes, quizás es un empujón al cambio y en eso estoy.
Rafael, gracias por pasar por estas tierras de la narración y los silencios prolongados. Suerte que usted, como yo, confía en la lealtad.
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