Rehúyen los vivos tocar la muerte con palabras. Otros temas se enroscan en el cerebro y los exhiben como guirnaldas o coronas de espinas. Los sesudos vivos escriben y hablan de política y del sexenio. Hacen la agenda. Se bañan diario o cuando el agua deja. Silban al amanecer como si en el aliento apretado se divulgara a trechos, la propia vida. En bitácoras cotidianas cuelgan con alfileres, las rascadas de barriga o el escozor en la oreja. Los que persiguen el morbo vomitan una foto en carne viva y se dicen: libérrimos. Si a alguien lo asesinan, aunque se enteren de manera virtual, pasan por el lado, en mayoría, como muerticos tiernos, flotando en el río de la sordina colectiva.
Lecturas sugeridas:El bosque escrito de Félix Ernesto Chávez.
El cantante de muertos. Antonio Ramos Revillas. Almadía
6 ¿Qué me cuentas?:
Hola Belkys;
Me encantó aquello de los "muerticos tiernos".
Un beso.
hola, saluditos, como siempre un placer leerte :) a una semana de de vaciones, un ciclo mas que se termina osea mas tiempo para leerte, un beso belkys y por aqui ando todavia no olvido estos rumbos,
chaao
Todo es falso y mentira y farsa y artificio (salvo los bosques escritos, tal vez… Pero esos, ¿cómo se talan, peguntó el señor concejal de urbanismo?) La luna sigue en su plenitud de cama deshecha ahí arriba, con la forma aún de vete a saber qué cuerpos, mientras aquí abajo supongo que sí, que los muertos pasan bajo los puentes virtuales, hinchados como las esperanzas de ayer…
Maravilloso tu escrito
Siempre es bonito pasar por aquí...
Te envío mi abrazo.
Dani..
Gracias a todos por sus comentarios. Los bosques escritos son imposibles de talar, uno alimenta con sangre sus raíces y se enfrenta al paso del tiempo, que en el caso de estos vecindarios arbolados solo sirven para poner su corteza al pie de los rocíos manañeros, es así como se multiplican, se lavan las heridas causadas por los salvajes acobardados y se multiplican, por ahí, buyendo en hojas.Gracias, especialmente Juan tuve meses para pensar en tu aporte como siempre inspirador. Esteban no sabe cómo me alegra leerle.
Publicar un comentario