"Gente como ésta existió de verdad", asegura
Zusak, a quien han acompañado "desde niño" las "increíbles"
historias de sus padres, que vivieron su infancia en la Alemania de la Segunda
Guerra Mundial y que han inspirado en parte los personajes del libro. Agencia
EFE
La muerte le habla al lector, le mira a los ojos y sin
miramientos le dice: Cuando llegue el momento te encontraré tumbado (pocas
veces encuentro a la gente de pie) y tendrás el cuerpo rígido. Esto tal vez te
sorprenda: un grito dejará su rastro en el aire. Después, solo oiré mi propia
respiración, y el olor, y mis pasos.
En La ladrona de libros, novela del australiano Markus
Zusak, la muerte habla de frente y uno llega a encariñarse con quien se dice no
es violenta, ni perversa, ni fanfarrona. Y una muerte que no se presume de
serlo, nos lleva de la mano por la historia de Liesel Meminger, porque esta niña vive la orfandad y el pedazo de vida de pocos
alemanes que no seguían como corderos a Hitler. Y la vemos crecer. Camilo José Cela apuntaba: “sin memoria, la
historia sería como un pájaro ciego volando dentro de una habitación”.
El tema parece inalcanzable, es vasto el territorio del
dolor, pero Liesel se salva, se levanta a través de las palabras. Roba libros
para sobrevivir, va descubriendo el universo de las oraciones: “He odiado las
palabras y las he amado y espero haber estado a su altura”.
Desde El diario de Ana Frank no leía algo tan conmovedor, pero
a diferencia de un libro testimonial, en La ladrona de libros prevalece el
guiño, el humor, la vida y la muerte como un todo entrelazado en lo cotidiano.
El autor da pequeños adelantos en cada capítulo, nos incita a querer leer cada
travesura en la vida de Liesel, vida que
se cruza con la muerte casi a diario. Muerte que no queda callada y se acepta: “A
veces me mata ver cómo muere la gente”.
ES La ladrona de libros un entrenamiento. Hay que hacer
fisiculturismo con la sensibilidad, con la memoria. En el pulso de tu brazo coloca
este libro. Sopesa imágenes como esta: Incluso las arrugas de los
ojos tenían las manos entrelazadas. Y sé
cómplice de la lectura en el sótano, para acallar los miedos durante los
bombardeos. Observa al judío mientras escribe e ilustra El árbol de las
palabras. Pero sobre todo, si no lo quieres leer regala un trozo de vida a
otros, porque este libro es un suspiro alentador, nunca la muerte se vistió tan
hermosa de palabras:
Lo cierto es que durante los años que duró la hegemonía de
Hitler, nadie logró servir al Führer con mayor lealtad que yo. El corazón de
los humanos no es como el mío. El de los humanos es una línea, mientras que el
mío es un círculo y poseo la infinita habilidad de estar en el lugar apropiado en
el momento oportuno. La consecuencia es que siempre encuentro humanos en su
mejor y en su peor momento. Veo su fealdad y su belleza y me pregunto cómo
ambas pueden ser lo mismo. Sin embargo, tienen algo que les envidio: al menos
los humanos tienen el buen juicio de morir.
2 ¿Qué me cuentas?:
preciosísima reseña. Belkys. Todo un placer chapotearse en tu escritura, tan pulpa viva. Qué bonito esto de ir descubriendo "el universo de las oraciones".
Y bueno, que me autoedité una novela,y q s titulas
"Las historias de un bobo con ínfulas". La resumo y anuncio en el Mío blog, y que quería gritártelo a tu blog. Y eso.
abrazos blogueros, Belkys
Gracias Jose y nuevamente felicidades por tu libro
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