02 noviembre, 2012

Justicia


No sé qué es una familia, dijo. En uno de los cuatro muros,  aprovechó las grietas para construirse una mujer. La suegra resultó fácil dibujarla entre las manchas del moho. Suegro no habría, ni cuñadas. A la hora de inventarse los hijos vino la agonía, por lo estéril de los ladrillos, por lo frío del suelo, por la soledad.  Al llegar la primavera y justo una semana antes de cumplirse su condena, el preso vio levantarse en el alféizar una ramita endeble: Hija, aquí estoy yo.

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