No sé qué es una familia, dijo. En uno de los cuatro muros, aprovechó las grietas para construirse una
mujer. La suegra resultó fácil dibujarla entre las manchas del moho. Suegro no
habría, ni cuñadas. A la hora de inventarse los hijos vino la agonía, por lo
estéril de los ladrillos, por lo frío del suelo, por la soledad. Al llegar la primavera y justo una semana
antes de cumplirse su condena, el preso vio levantarse en el alféizar una ramita
endeble: Hija, aquí estoy yo.
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