En el autobús, la niña de ocho años le iba contando de ipad y generaciones de aparatos. Le describió a su nana, pero no se le antojaba para jugar. Que su mamá vivía en el teléfono y un día llegaba a la escuela en una Hummer y otro en el Mercedes. Se llamaba Diana como la cazadora, dijo atrapada en una ingenua sonrisa. Cuando llegaron a la casa hogar la Miss X reunió a los alumnos, les pidió considerar la visita como una oportunidad. Mientras hablaba los de sexto levantaban las narices, frente a la inmensa jaula de los pájaros.
Cuando la Cuentacuentos levantó la voz y sonaron las claves, los ojos se unieron en una sola visión. El animal más grande del mundo llenó la habitación y se extendió por las ventanas, el pequeño gusanito le abrió los ojos a cada quien y repitió entre risas: Soy el animal más grande que existe, aplasto al rinoceronte y al elefante lo hago… A la salida una chiquita de ocho años, de playera blanca y pantalón desteñido se acercó, le dio un beso. Un chico grande de chaqueta de mezclilla sonrió y levantó los ojos sin vergüenza. Uno de los chicos con uniforme impecable tecleaba en el celular y otro pasó al frente, con cara de “no estás en mi facebook”.
De regreso, en el camión, la Miss X interrogó a los alumnos sobre la visita, qué les pareció la actividad. Distraídos se peleaban por unas gelatinas, que alguien olvidó entregar a los chicos con refugio sempiterno en la casona de las monjitas.
Diana, la alumna que me contó de sus materiales bendiciones levantó la voz:
Escultura de Charlotte Yazbet.
6 ¿Qué me cuentas?:
Hola, Belkys:
No todo puede ser tecnología, algunos todavía usan la imaginación... Bonito cuento.
Un abrazo
Belkis querida, siempre paso por acá, pero he andado medio ocupada y un poco fuera de lo virtual. Hay una frase que me hizo recordar tu post, que usaba mucho allá para calificar esa conducta de intentar mezclarse ahí donde evidentemente no hay , y solo queda, en el mejor de los casos como un simulacro de buenas intenciones: la de "los baños de pueblo". Es un asunto complejo, y que me da mucha rabia en esta ciudad donde todo está tan, pero tan separado.
Rafael, en diferentes ambientes he contado. Los niños de bajos recursos son los más dispuestos a la fantasía y la palabra. Los que mucho tienen cargan soledades y silencios. En lo personal, me afecta tanta distancia
Charly, me alegra mucho mucho que andes por aquí, he pensado escribirte directamente, pero somos como salmones hoy en día.
No te imaginas cuanta falsedad rodea a todos estos niños. No imaginaba la distancia, los vacíos, la lástima no tiene compasión ni misericordia. El vidrio arriba no lo aísla a uno de una condición con la que respiramos diariamente. Sólo un evento pude salvar de esta visita, mi regreso seguro al menos una vez al mes. La ayuda de quienes conozco, comprometida y la carita agradecida de esos niños que sonreían sin empacho y reían sin complejos. Dios guarde a un país que intenta olvidar a sus "pobres" porque la pobreza de espíritu es la verdadera.
Me encantó tu cuento; creo que el gigante que llenó la habitación y salió por la ventana, fue tu voz, verdad?.
Un abrazo por compartir.
Jecego.
Isidro, halagador su comentario. El verdadero gigante es el infante que escucha, recrea y hace propia una historia ajena. Con ellos crezco, también.
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