La maestra les entregó el libro y la hoja de
lectura. "Tienen que leer durante diez minutos. No olviden la firma de
un adulto". La niña respiró el desagrado colectivo, los bufidos entre los
pupitres allá, al final del salón. Cuando llegó a su casa, levantó al libro
sobre las tareas. Iba atascado de palabras,
con ilustraciones mustias colgando aquí y allá. Murmuró:
- Quizás, si la maestra nos hubiera ofrecido a cambio dieces o un Wii; pero leer cada semana, obligados, por ¡tres estrellas!
Escribió cualquier cosa y su madre, sin tropezarse en los detalles, le firmó.
- Quizás, si la maestra nos hubiera ofrecido a cambio dieces o un Wii; pero leer cada semana, obligados, por ¡tres estrellas!
Escribió cualquier cosa y su madre, sin tropezarse en los detalles, le firmó.
5 ¿Qué me cuentas?:
A veces la didáctica requiere también de estrategia
en los buenos maestros. Saludos Belkys!
no hay nada como mejor que hacer divertida la lectura, amo ver como leen los niños, hacer que para ellos despues de terminar una actividad tengan como premio ir a la biblioteca y leer el cuento que quieran, eso les gusta mucho,
saludos belkys, y un beso
la misma historia amiga
Hola, Blekys:
Es triste y preocupante la falta de interés por la lectura que muestran los jóvenes de hoy, tal vez hagan falta nuevas estrategias que eduquen por diversión y no, por obligación.
Un abrazo.
De niño, en mi colegio, me especialicé en imitar las firmas de los padres de mis compañeros...¡qué placer me daba ayudar a los amigos a burlas las trampas de los mayores! Abrazos
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