En este mes convivo con tradiciones muy particulares, en México. La Catrina escucha silbidos y extiende su mano huesuda. Quizás aprecie la rítmica del mariachi y se deje ir, emocionada. No puedo evitar estremecerme al observar a las niñas mexicanas con el rostro maquillado y el gran sombrero que Posada inmortalizó. Los niños corren y esconden la algarabía detrás de una malla de huesitos.
Pero, en Cuba, la muerte no puede seguir su propio derrotero. Desde que Francisca se ocupó en vivir, los milagros de la supervivencia se confieren al aroma del café o al humo del tabaco. También se dice que el ron, en sorbos breves o la lectura.
Muerto a la cañona es una carta a la que he decidido dar voz y acompañarme de música popular: NG La Banda con Ojo, lengua y oido. También Adalberto y su son, con Dale como e. Además, con el cierre de Tapaboca por Manolito y su Trabuco. Un poco acordándome de mi alfabetización callejera en Centro Habana y otro mucho porque el acento revive y siempre es bueno recuperar aquel dicho de mi abuelo: ¡Qué cosa más grande, caballero!¡ No es fácil!
4 ¿Qué me cuentas?:
Toda revolución se evapora y deja atrás sólo el limo de una nueva burocracia.
Franz Kafka
Mujer, yo te había escrito un comentario aquí y parece ser que olvidé la palabra de verificación. Nada, te decía que por estas cosas es que yo disfruto tanto vivir al sur del mundo.
Sí que debe ser una buena anécdota contar que tuviste que demostrar que estabas vivo. Un beso (y ahora no se me olvida)
Fango mi esperanza es otra. Sigo teniendo fe en la naturaleza humana, en la gente con deseos de mejorar la vida en derredor. Tengo fe en mis amigos que están allá, trabajando por ellos y por los otros. Tengo fe en el brazo del hombre y desconfío de su lengua.
Charlene, te extrañaba. Esto fue verdad y sorprendente, pero en Cuba ¿qué no es inusual?
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