El tesoro
Para Abilio Estévez.
Va, viene, se sienta,
pasea, se encoge de hombros
o de pronto rompe a llorar.
El mundo no le cabe en las manos.
Se lo echa a la espalda
o siente que el mundo lo tritura.
Como un tigre busca la presa:
en la llanura sólo está el viento.
Camina una y otra vez la ciudad.
Quiere encontrar el tesoro escondido.
Habla con la gente
como si ellos supieran dónde está enterrado.
No lo satisfacen las respuestas
-hay tesoros insospechados-
y el que busca el joven está enterrado en su propio cuerpo.
Cuando lo encuentre
se pondrá a describirlo.
Virgilio Piñera
01 febrero, 2012
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9 ¿Qué me cuentas?:
Devuelvo visita, amiga, con mucho agrado y admiración.
Un beso.
Ah, me salió el comentario dos veces, traté de eliminar uno, y se eliminaron los dos. Te decía que sí, que hay un cierto estado de ánimo compartido entre los que visito. Y que evidentemente no es el frío, porque calor sobra acá y andamos en las mismas.
Lindo poema. En eso se nos va la vida, buscando ese tesoro, tan aparentemente cerca. Un beso grande, Belkys. Que febrero nos renueve las ganas
Nos vamos buscando y encontrando todo el tiempo. Es como si nunca fuésemos iguales al de ayer ni al de mañana. Muy lindo poema profundo. Un beso de Argentina(a la vuelta de la esquina)
Hola Belkys! un gusto visitar tu blog...encuentro coincidencias.
Un beso enorme.
Esteban, usted es siempre admirado y bienvenido por acá. Me encanta repasar su blog.
Charlene, no sé qué es. Quizás la carga se vaya haciendo más pesada. Quizás los pasos de quienes se nos van con estas edades. Quizás, al menos para mí, los días grises y un afán que tengo de no detenerme nunca y me atormenta. ¿Dónde está el tesoro? para quienes nacimos imaginando tenerlo así de cerca....
Lao a las personas como usted uno los quisiera así, a la vuelta de la esquina. Y al menos, en este mundo incomunicado, podemos colgarnos de una nube virtual y descubrir un saludo, un recuerdo común. Un privilegio para mí leer su historia. Aceptar coincidencias que aproximan para bien.
El comentario se borró, te agradecía la visita y comentaba que ojalá no te perdieras el rumbo de regreso. Quizás viró la espalda porque debía compartirte algo que tengo frente a los ojos. Algo más importante: en un pequeño almanaque listo para recordarme que este mundo podemos hacerlo mejor: El justo vivirá por fe (Hebreos 10:38)
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