“cuando nos separamos me pareció
que lloraba, tal vez se compadecía de mí”…
José María Pérez Álvarez clavó un
libro en mi ventana y debí salir al jardín para obligarlo a mostrarme las
razones,ocultas, de su lomo: “siempre se muere en una patria que ya no existe”…
Juré sobre La soledad de las
vocales y le dije que muchas mujeres como yo subían a los autobuses y como
cualquiera sabían que la felicidad no se encuentra al viajar, pero una mancha
de humedad en el techo semeja un paraíso en la vida de uno. Los Ajenos torturados por sus individuales
exilios agonizan y parecen gorgojear en
un coro mayor. Mientras tú, en silencio, aprendes a bucear en las voces del pasado. El alarido del sueño en
fuga, el calendario dando aldabonazos y uno ausente como las ciudades sin identidad.
Uno hecho un lío porque no puede describir algún jirón personal. El escritor me deja vomitar las frases, me
atraganto narrataria y le agradezco que haya construido una pensión donde
encarceló varios silencios. “La mancha de humedad en el techo, se parece a la
isla de Jamaica”, me escribe en la palma de la mano y yo qué sé. Si ando
buscándole símiles a cada grieta en el camino y veo un costado de mi isla en
todas partes. Lee, el escritor, me zarandea:(…) “todo se extingue, las
vocales y las consonantes agonizan de soledad en los letreros de neón como
dientes que se les caen las palabras...”
Remiendo la sonrisa de mi sombra
y digo: no quiero ser una de esas “mujeres que pasaban de largo”, pero él no
mitiga desconsuelos . Lee, con voz que huele a las muchas bebidas con las que suelta la lengua su personaje “me aburren las personas que recuerdan el ayer irrectificable con la
nostalgia de los tiempos mejores, de los buenos tiempos y olvidan que tuvieron
que emigrar, que tragar miseria”…
Y como no bebo, levanto mi
borrador. Despido al escritor que se va a horcajadas sobre
el libro, rápido como un chasquido. Después de este empujón voy a escribir una novela de retazos porque
La soledad de las vocales ha grabado en mis hombros una parvada de fantasmas. Voy a escribir con el estómago vacío, con el hambre
entrenada y el guiño de las sombras, sólo así, podré darle voz a los silencios que me cargo.
La soledad de las vocales. lll Premio Bruguera de Novela.
2 ¿Qué me cuentas?:
Lo mencionaron en una charla que dieron en El Péndulo como plagiario de Brice Echenique
Bryce Echenique también me llevó a él, es un asunto complicado. Pero más inusual es que el arrobo que siento por el peruano lo consiguió en otra forma este autor, peculiar. Su agonía, el encanto de esas individualidades que agonizan y tan bien hila me sedujeron.
Estabas perdida, aquí te espero
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