"Mis hermanos mayores, cuando yo era pequeño me llevaron a la biblioteca y de ese modo transformaron mi vida. Al cabo de un tiempo encontré allí mi propio camino, y nací dos veces".
Harold Bloom
Un lector experto nace muchas veces, con placer y dolor. Aquella biblioteca de mi escuela primaria quedaba a un kilómetro de casa. El sol de Cuba repasaba mi espalda en el trayecto hasta aquel recinto que dicen fue el albergue de la servidumbre de un dentista. Mi primera visita a la Capilla Alfonsina en México, me llevó a saborear recuerdos cuando leí: Todo el cielo era de añil. Toda la casa, de oro. ¡Cuánto sol se me metía por los ojos!
Solas, la bibliotecaria pecosa, blanca como un fantasma y yo. Solas con aquel mar de libros, navegantes, corsarios y piratas de mis desvelos. Los libros me hablaban al oído con las voces empapeladas de sus habitantes. Tantos libros escalè en aquellos primeros tomos de mi infancia, que crecí distinta a mis amigas, rara para mis compañeros de escuela, diferente y absorta para los varones.
Ya crecida, me sumergí en las letras. En el universo de jóvenes debí mantenerme a flote y fueron tiempos de lecturas furtivas, autores proscritos y después de la carrera, los escritores famosos mencionaban nombres, novelas, citas y títulos personales conformadores de cada barco personal, de cada salvavidas y yo sentía culpa de no haber soportado aquel camino a Swann. Sentía ganas de retornar a la lectura de aquel francés tan elogiado, hasta con el poema ruso me quería volver a ver; sin embargo, he aprendido que un lector autónomo puede gritar Tierra, donde le venga en ganas...
"Tira mi libro; piensa que ahí sólo hay una de las mil posturas posibles frente a la vida. Busca la tuya." Andre Gide
Ahora leo, sólo aquellos libros puentes que me confrontan o me incitan a seguir. He descubierto en librerías best sellers insoportables para naufragar. He comprado libros de esos que andan allá en el fondo, en perpetua oscuridad y por eso mismo, con luz propia. De vez en cuando me encuentro con alguno de esos con citas en la solapa, con títulos o nombres "que no puedes dejar de leer" y sonrío, amable y acepto mis remos personales, mi libre albedrío y paso ajena al encanto de libros, lectores o mercadotecnia sirenas.
En cada Taller de Lectura, en cada espectáculo hoy intento transmitir esa libertad única del buen lector. No se lee en las primarias porque el remo no tiene un ritmo personal. Hay títulos obligados, autores endilgados, temas pensados por encargo y sigo con el sol a mis espaldas "como perrito faldero". Sé que si abro un libro, puedo prescindir de los vigías, porque la lectura tiene voluntad generosa y carece de grilletes